Salinger: Mito y Memoria
Vivo en un mundo, pero no formo parte de él
J. D. Salinger
65 millones de libros vendidos es una cantidad muy grosera. Así se coloca El Guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, como uno de los libros más vendidos de la historia. En la emisión anterior comentamos este libro, así como la vida y obra del autor que en 1965 decidió no publicar más y desde 1953 vivió aislado de los simples mortales, hasta el 2010, cuando sucedió su muerte. También hablamos de 3 películas que nos dan una semblanza de J. D. Salinger, pero siempre existen muchas incógnitas sobre el mito que formó en la sociedad americana con sus libros y su encierro. Así que hoy abordaremos un poco las preguntas que están en el aire y otros libros que nos hablan sobre su vida.
Mito
1: El guardián entre el centeno inspiró a tres magnicidas a cometer un crimen.
Que de 65 millones de ejemplares hayan brotado tres asesinos, es, dijéramos,
daño menor, o no debe atribuirse la causa a la historia de Holden Caulfield,
sino a la locura ya nata de los que orquestaron la muerte de John Lennon y de
la actriz Rebecca Shaeffer, así como el intento de asesinato de Ronald Reagan.
El libro cambió la vida de muchos y generó cambios en una sociedad ansiosa de
rebeldía, pero, en su mayoría fueron positivos.
Cabe
citar aquí la introducción que hace Carlos fuentes a la traducción al español
de la Antología del cuento norteamericano, que abarca autores desde 1820 hasta
1999, y, por cierto, no incluye a J. D. Salinger (porque el autor no lo
permitió): «Para Richard Ford, el cuento nos abre a la vida, pero también la
protege. Reinventa. Revalora. Admite lo que la convención rechaza. Es un vuelco
del corazón. Es una epifanía instantánea. Y le da a la vida de cada lector lo
que a cada lector le falta en la vida. Límites de pensamiento. Educación de los
sentidos.» Carlos Fuentes nos expresa en esta cita, que las historias pueden
hacernos reaccionar, pero a cada quién de manera distinta.
Mito
2: En su encierro escribía todos los días, pero no le interesaba publicar. Para
este mito, y los subsecuentes, vale la pena hablar de tres libros que entran a
fondo a la vida de Salinger y todo lo que sucedió desde su encierro:
Mi
verdad, de Joyce Maynard (2000). Para aclarar el mito de que a
Salinger le gustaban las jovencitas, Joyce Maynard publica esta autobiografía
sobre los 9 meses que vivió con Jerome David (J. D.), cuando ella tenía 18 años
y él 53. Y para respaldar estas declaraciones, la casa de
subastas Sotheby’s vendió en 156 mil dólares las Cartas escritas por
Salinger a Joyce en 1972, donde Salinger le escribe a la joven estudiante en la
universidad de Yale, quien abandonó la escuela para irse a vivir con Salinger.
Las cartas describen, además, la necesidad de proteger la fuente de creatividad
de Jerome David de la curiosidad del mundo. En esta autobiografía, Maynard
apunta que la excesiva privacidad de Salinger provenía de saber que sus
actividades personales, incluyendo sus relaciones con mujeres más jóvenes
pudieran manchar su reputación.
El
guardián de los sueños, de Margaret Salinger (2002). La hija de
Salinger publicó este libro como el vengativo retrato de un padre distante
y autoritario. Para Margaret su padre no es dueño de la bondad que sus
personajes tanto promocionan: es cruel y ferozmente misántropo. Según este
libro J. D. se sume en el silencio porque no le satisface su obra y se recluye
porque su misantropía lo orilla inexorablemente al ostracismo.
Dice
la autora “para mi padre tener algún fallo es motivo de repulsión, tener un
defecto es ser un desertor, un traidor o una traidora. No me extraña en
absoluto que su mundo esté tan vacío de personas reales ni que sus personajes
de ficción se suiciden tan a menudo”.
su
hija afirma en el libro que el padre no está satisfecho con su obra y prefiere
guardar silencio que publicar algo menor a las obras que tanta fama le
hicieron.
Salinger,
de Shane Salerno y David Shields (2014). Con más
de ciento cincuenta fotos nunca antes publicadas, cartas, fragmentos de
diarios y el testimonio de más de doscientas personas, muchas de las
cuales se habían negado antes a contar su relación con Salinger, David
Shields y Shane Salerno dan respuesta, por fin, a importantes incógnitas,
aportando datos interesantes:
Entre
la habitación en la que J. D. Salinger escribía y su dormitorio, en
la granja de Cornish (New Hampshire), había una misteriosa caja fuerte.
Joyce
Maynard cuenta que en 1972 lo escuchaba «escribir a máquina todos los
días». Escribía y no publicaba, y aquellos textos iban a parar a la caja
fuerte.
En
una entrevista telefónica en The New York Times en 1974, Salinger
afirmaba: «Hay una paz maravillosa en no publicar. Es pacífico. Tranquilo.
Publicar es una terrible invasión de mi vida privada. Me gusta escribir. Amo
escribir. Pero escribo solo para mí mismo y para mi propio placer».
El
poeta Alastair Reid, uno de sus amigos, reveló que «hay más libros. Yo sé
que existen. Me los ha enseñado».
En
1980, Betty Eppes, una de las pocas periodistas que consiguió
entrevistarlo, le preguntó en qué estaba trabajando por entonces. «Una cosa le
diré: es mucho más relevante que nada de lo que escribí sobre Holden
Caulfield».
Su
hija Margaret señaló en una entrevista a la National Public
Radio que en una ocasión su padre la dejó entrar en su estudio y le enseñó
unas carpetas en las que un punto rojo significaba que el contenido estaba
listo para publicarse tras su muerte y un punto verde que requería corrección.
Shields
y Salerno apuntan que en 2008 Salinger asignó los derechos de autor de El
guardián entre el centeno y otras obras a la Fundación Literaria J. D.
Salinger. Tras su muerte en 2010, «su mujer, Colleen M. Salinger, y
su hijo, Matthew R. Salinger, se convirtieron en coadministradores de la
institución». Eso los obliga a cumplir dos deseos del escritor: impedir
cualquier versión cinematográfica de El guardián entre el centeno, y
facultar un calendario concreto para la publicación póstuma de la obra que se
había pasado cuarenta y cinco años escribiendo.
Al
parecer se anunció que a partir del 2020 se iniciaría con la publicación de
esta obra póstuma, cosa que no ha sucedido, lo cual aumenta el mito de que
existan, que cuenten con una calidad similar, mínimo, a El guardián entre el
centeno o de que se traten de temas diferentes a los ya contados en su obra
publicada, pues quien vive encerrado a cal y canto, quien se aleja así del
mundo, no puede narrar otra cosa. Esperemos con mesura conocer nueva-antigua
obra de Salinger, tal vez eso hará morir todos los mitos.
Este artículo se publicó en el periódico
Ecodiaio de Zacatecas el 22 de junio del 2025
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