Alberto Huerta:
Escribir a contracorriente
Ojalá estuvieras aquí (1977) muestra
a un escritor con nervio.
Crítica al sesgo de José Miguel Oviedo (1978).
La
experiencia hizo de Alberto Huerta un narrador realmente valioso.
Parafraseo del mismo texto.
Alberto Huerta (13 de enero 1945 – 22 abril 2025), como
yo, se consideraba cinero, no cinéfilo: le gustaba ver cine casi tanto como
leer, pero sin considerarse un experto en el séptimo arte. Lo recuerdo porque
hace poco vi una película titulada La pesca de salmón en el Yemen (2011): El doctor Alfred
Jones (Ewan McGregor), miembro del Centro Nacional para el Fomento de la
Piscicultura inglés, debe estudiar la posibilidad de introducir el salmón en
Yemen, propuesta que rechaza, pero detrás del proyecto está un acaudalado jeque
(Amr Waked), empeñado en exportar el arte de la pesca con mosca al norte de
Yemen. El proyecto capta la atención de una asesora del primer ministro, que ve
una oportunidad para mejorar el prestigio del Reino Unido en Oriente Medio y
consolidar su futuro político. Cuando el plan se pone en marcha, el doctor
Jones reconsidera su dictamen inicial, al conocer a la joven y atractiva
representante del jeque (Emily Blunt). Pueden ver la película en Youtube.
Existen tres
momentos fílmicos (o cuatro) en el proyecto que me recuerdan la vida de Alberto
Huerta, tanto de escritor como dramaturgo:
1– Hay que llevar el
salmón del Mar del Norte al Yemen; los 2 millones de pescadores lugareños se
niegan y el gobierno inglés no quiere perder sus votos.
Alberto Huerta tuvo
que ir a México DF para hacer carrera literaria y dramatúrgica. Con escasos
recursos, siempre fue “nadar contra corriente”
2– El salmón que
consiguen es de estanques, o sea que nunca ha andado contra la corriente en un
río.
Huerta conoce a
Miguel Donoso Pareja, donde empieza a aprender lo que es un taller literario,
pero, por ser de provincia es considerado un “pez menor”.
3– Las tribus
lugareñas del Yemen se oponen al loco proyecto del jeque, entre lo que está
construir una gran presa para tener agua suficiente para pescar salmón, e
intentan matarlo.
A su regreso a
Zacatecas, donde empieza a replicar los talleres en la UAZ, encuentra muchos
“contrarios” a su trabajo. Y sigue nadando contra corriente.
Analógicamente, Alberto
Huerta es el investigador inglés, también el sabio jeque; el salmón es su obra literaria,
tanto narrativa, como teatral; y la asesora, Primer Ministro, grupos rebeldes y
el río, son todo lo que en su momento se antepuso a la obra del narrador
zacatecano, que sin dudarlo puedo afirmar que es uno de los más importantes del
último cuarto del siglo XX e inicios del XXI hasta su auto exilio.
Resumo el ensayo Las
Obsesiones Narrativas de Alberto Huerta, donde Arturo Trejo Villafuerte (24
de diciembre de 1953 - 13 de mayo de 2020) nos explica claramente la analogía.
Podemos leer el texto completo en este enlace:
zaloamati.azc.uam.mx/items/abf0655a-099b-4730-a1e8-1d51aecb9cf7
“Tras
la mal llamada ‘Literatura de la Onda’, en el ámbito nacional, surgen los
talleres literarios, con una corriente que señala los vicios de la sociedad
capitalista desde la perspectiva de los marginados. Tras la ruptura que
significó el Movimiento del 68, hubo una serie de transformaciones que
cimbraron a la estática sociedad mexicana. Un gobierno que masacra a sus
estudiantes, es un gobierno que no merece el poder, y bajo esa perspectiva,
deviene una ruptura que se confirma el "Jueves de Corpus" de 1971; el
gobierno no respeta a la sociedad de donde emanó. En este contexto se da un
nuevo enfoque de la literatura mexicana.
Paralelamente
a este trabajo se daba una generación de poetas y narradores, de la capital y
de la provincia, muchos de ellos se formaron en los talleres que coordinó y
dirigió el narrador ecuatoriano Miguel Donoso Pareja (1932 – 2015). En ellos se
comenzó a gestar esta generación que pintaría al mundo de otro color en la
narrativa de Ignacio Betancourt (SLP, 1948), David Ojeda (SLP, 1951) y Alberto
Huerta (Zac, 1945), los tres ganadores de importantes premios.
En
Ojalá estuvieras aquí, Alberto Huerta deja que la narración se realice desde la
primera persona. Es un libro pleno, que, luego de los años que han pasado desde
que obtuvo el Premio Nacional de Cuento de 1977, sigue manteniendo su frescura
y se le encuentran más detalles atrayentes y una riqueza expresiva que en una
primera y superficial lectura no es posible captar.
Los
libros de Alberto Huerta, en especial Almohadón de vientos y Block de notas, cargados con sus
obsesiones y con sus más recónditos motivos, son un puño que golpea, una
llamada de atención para conmovemos ante el dolor de nuestros semejantes, tan
preciosamente humano, que es el de todos. Por eso sentimos que es un autor que
debe de leerse con atención y cuidado.
Motel
Paraíso, una novela corta de apenas 123 páginas, debería de haber sido bien
valorada en su momento. De ser leída con atención por la crítica cuando
apareció, habría dado el salto que la obra de Huerta merecía para dar
continuidad a su éxito nacional; pero no sucedió así. En tomo a ella y a su
autor se colocó esa pesada losa de la ‘conspiración del silencio’, de la que
hablaba Elías Nandino, por tratarse de un autor (de izquierda) que no forma
parte de un grupo instalado en el poder y que escribe desde alguna ciudad de la
provincia”. Expresa, en resumidas cuentas, Arturo Trejo Villafuerte en su
artículo.
A
partir de entonces, Alberto Huerta tuvo que nadar contra corriente para que su
obra fuera publicada y reconocida, a tal grado que en la entidad zacatecana
mucho de su material no es conocido, aun cuando cuenta con una calidad que
puede codearse con los mejores autores nacionales.
El rigor. “A Alberto Huerta lo odias o lo admiras” dijo Noé
Germán, alumno suyo en el taller de teatro y miembro de la Compañía teatral La
Ciénega. Yo fui alumno de Huerta en el Taller Literario de la UAZ desde 2009
hasta su finalización en 2016. Ahí me di cuenta de esta frase. La obsesión y
los motivos de Alberto Huerta desembocaban en el rigor para realizar un trabajo
que no todos podían seguir o dar alcance.
4.-
La pesca. Mientras el Jeque y el investigador pescaban, había pláticas
profundas sobre el salmón y la vida.
Sesionábamos
en su taller literario los sábados, en Sangrons,
desde las once de la mañana y hasta que se agotaran los temas de plática o
Huerta debía irse a la central camionera, porque el último autobús rumbo a
Jerez sale a las 9:00 pm. Había quienes apenas soportaban que leyera y
criticara sin el menor pudor la obra del tallerista en turno. Pero habíamos
quienes además lo escuchábamos e íbamos conociendo su vida, imagen a imagen
narrada según el tema de actualidad.
Supe
muchas cosas de él entrelazando los cabos de cada historia personal de la
semana. En las sesiones donde el único aprendiz era yo, nos revelamos cosas que
permanecen sólo entre nosotros. Me confesó (quiero pensar que solamente yo lo
sé y por ello guardo el secreto), por ejemplo, por qué dejó de actuar en el
escenario y se dedicó solamente a la dirección teatral. Y cosas así. Eran
pláticas de 4 a 6 horas sobre todos los temas.
Empezamos
a morir el día que nos llenamos de ausencias.
Tenía
su carácter, todos lo sabemos. Pero no todos saben por qué tal dureza de su
personalidad. Su anecdotario volvía a cada rincón de Zacatecas, a los amigos, a
los muertos, que cada vez eran más y calaban en las entrañas. Le revolvían los
recuerdos como chubasco en la cara y cambiado su forma de ver la vida. Algunas
anécdotas las olvidé, otras permanecen en alguna submemoria que se activa con
las añoranzas.
Se
decidió por el auto exilio. En el 2017 decide no salir más de su casa en Jerez,
Zacatecas. Su última presencia en público fue la presentación de mi libro de
cuentos Fantastrágico. Tal vez soy el único a quien en estos años abrió las
puertas de su casa y tuvimos más pláticas de cuatro a seis horas. Le preocupaba
la degradación social en el mundo. Sobrevivió al COVID, a una caída que le
lastimó la cadera, pero nunca a la nostalgia. Dejamos una plática pendiente que
habíamos acordado a principios de este año. Decidió irse.
Regresando a La pesca de salmón en el Yemen: la presa, en
colofón, es toda su obra contenida, que pocos zacatecanos han leído, pero que
está ahí para que lo recordemos y lo conozcamos mejor a cada párrafo.
Artículo publicado en el periódico
Ecodiario de Zacatecas, el 27 de abril del 2025
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