La República de la Falacia 1: Nadie
prometió este caos.
Para las almas, la muerte consiste
en volverse agua.
Heráclito de Éfeso
Política e historia.
Yo no
miento (digo falacias, que es lo mismo, pero sin remordimiento); el decir
verdades que parecen absolutas, sin, remotamente, serlo, es lo que conocemos
como falacia. Hoy en día está de moda usar este tipo de expresiones que sin ser
la neta, nos las venden como el santo grial de la verdad. Digamos los influencers: le meten la atribución de
sus ideas –sin una pizca de investigación o respaldo argumental– a sus
seguidores, que, sin preguntar ni dudar se tragan todo lo bueno o malo que les
digan. Hay muchos, y millones y millones de seguidores para quienes la verdad,
el mundo real, ha dejado de importarles.
Diríamos
que vivimos una época en la cual la ficción ha superado a la realidad. Pero la
cosa va más allá de eso. Decir la verdad, el NO engañar, se ha convertido en un
acto revolucionario, fuera de lo común. Lo que podríamos llamar una nueva
Generación Fachada, sabemos que en su interior no se dedica a construir nada
que la sostenga, ni qué decir cimiente, a las personas de hoy en día.
Al
volver la vista atrás (como cantara Serrat en “caminante-no-hay-camino”) se ve
que no tienen siquiera una senda recorrida. La política, publicidad, noticias,
redes sociales, van más por el rumbo de seguir ciegamente una imagen de “todo
está bien”, que buscar que todo esté bien. Necesario “volver la vista atrás” en
el contexto de la historia (que también está llena de falacias), para saber que
los pasos mal dados se pagan caros.
Bradley Dowden, en su libro Falacia
describe este recurso argumental en la literatura, como “un tipo de error
de razonamiento” que, con demasiada frecuencia, es persuasivo, lo cual no
debería ser, pues carece de bases que sostengan su veracidad. El lingüista
americano enumera 231 tipos diferentes de “cualquier creencia falsa o causa de
una creencia falsa”, que son, básicamente errores cometidos al argumentar
informalmente en lenguaje natural o en el discurso cotidiano.
Podríamos
enlistar y ejemplificar estos 231 “malos” recursos argumentales, pero es mejor
encontrarlo en libros:
Las 50 grandes mentiras
de la Historia, de Bernd
Ingmar Gutberlet nos llena de preguntas que el mismo Santo Tomás hubiera hecho: ¿Qué
sucedió durante el Diluvio? ¿Cuándo fue la Nochebuena? ¿Fue la Edad Media una
época oscura? Y menciona que ya sea por sensacionalismo, cálculo político o
simple calumnia, las falacias históricas quedan ancladas incluso hasta mucho
después de que hayan sido desmentidas. Este libro recoge las mentiras más
perniciosas y desconcertantes de la Historia universal, y analiza qué hay de
verdadero, falso o dudoso en ellas. La historia la escriben los ganadores,
dirían, aunque no sea del todo cierta.
Por
su parte, Viaje por las mentiras de la
Historia Universal, de Santiago
Tarín, demuestra que la vida cotidiana está plagada de falacias, de las que no
se salvan ni las noticias de hoy, que son la actualidad, ni las de ayer, que
constituyen la Historia. Las biografías de los personajes más trascendentales
están salpicadas de leyendas, propaganda e imaginación con las que se rellenan
los huecos que deja el conocimiento. Define la Historia como un organismo vivo
que es atacado con mucha frecuencia por el virus de la mentira, recomendando
que lo mejor es acudir a la bibliografía para vacunarse de las falsedades. Las
fuentes del conocimiento documentado saben poner al descubierto a las mentiras
disfrazadas.
En La política en el siglo XXI, Jaime
Durán Barba y Santiago Nieto analizan los cambios que se produjeron en la
sociedad para entender la nueva era. Explican por qué el sistema tradicional
colapsó y es necesario acercarse a la política superando los mitos, para no
caer en análisis arcaicos y paradigmas obsoletos. Aseguran que la política y su
propaganda, están cada vez más llenas de falacias.
Por
otra parte, en Contra la posmodernidad,
Ernesto Castro Córdoba entabla una polémica con las principales contribuciones
políticas, sociológicas y filosóficas de los últimos tiempos. Analiza una ardua
polémica con aquella forma de filosofía obsesionada con el suicidio de la
razón, la muerte de la metafísica y la superación de la Modernidad. Castro
Córdoba demuestra que la apuesta normativa del postmodernismo resulta
intelectualmente muy pobre y políticamente inútil.
La economía en una
lección de Henry
Hazlitt, manifiesta que el camino más corto y seguro para comprender la
economía y la política económica actuales es una previa disección de los
sofismas y falacias de que adolecen, singularmente la tendencia a considerar
exclusivamente las consecuencias inmediatas de una política y sus efectos sobre
un sector particular, sin reparar en las que produciría a largo plazo y sobre
el conjunto de la comunidad.
En
Los lobos, de Hans Hellmut Kirst,
una novela original en torno al nazismo y la Segunda Guerra Mundial que no
tiene como base la vida militar, muestra una mordaz radiografía del nazismo y
todas las falacias que lo llevaron al poder en un pequeño pueblo alemán, desde
su espectacular aparición hasta su fatídico desenlace con medio mundo
destruido.
El lecho de Procusto, de Nassim Nicholas Taleb, recurre a
la mitología griega para ejemplificar lo falaz de la vida. El mito de Procusto,
relata la historia de un hombre obsesionado con hacer que sus huéspedes
encajaran a la perfección en su cama, bien estirando sus extremidades, bien
cortándolas. Este mito se aplica para referirse a la falacia pseudocientífica
que consiste en deformar los datos de la realidad para que se ajusten a una
hipótesis; y así es como interpreta Taleb los males que sufre la sociedad
contemporánea. Un libro lleno de aforismos donde aceptamos lo que vemos e ignoramos
lo que hay más allá.
Una
falacia es un razonamiento no válido o incorrecto, pero con apariencia de
razonamiento correcto. Es un razonamiento engañoso o erróneo (falaz), pero que
pretende ser convincente o persuasivo.
En
las siguientes dos entregas de este tema, abordaremos más a fondo lo que son
las falacias en la ciencia y sociedad, así como la literatura y el pensamiento.
Aprender a contrarrestar las falacias lógicas es una de las chambas del futuro,
lo que nos permitirá dar pasos firmes y dejar huella en nuestro andar.
Artículo publicado el 1 de diciembre 2024
en el periódico Ecodiario Zacatecas
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