lunes, 18 de noviembre de 2024

 Del Monogataru a Ryunosuke Akutagawa

 

La Literatura japonesa ha tenido un destino diferente a la occidental.

 

Respecto a Ryunosuke Akutagawa, no es aventurado afirmar que los temas y el sentimiento son orientales, pero que ciertos procederes de su retórica son europeos.

Jorge Luis Borges.

 

Lo recordamos como el autor de los 2 cuentos que llevó el director japonés Akira Kurosawa al cine en la película “Rashômon” de 1950, ganadora de La Palma de Oro y que abrió un lugar, en el séptimo arte, a un país que renacía. Pero su influencia en la Literatura japonesa y mundial va mucho más allá. Ryunosuke Akutagawa devuelve a la Literatura nipona la vocación contadora de historias o Monogataru, y con ella, el orgullo de una raza milenaria que tiene mucho que contar. Pero la vida de este escritor fue difícil.

Por siglos, el japonés fue una lengua oral que carecía de escritura. Fue hasta la introducción de los ideogramas chinos, en el siglo VI, cuando comienza su Literatura en sí. Los primeros registros de la literatura japonesa son de transmisión oral, y se remontan a narraciones, canciones y danzas populares. El monogataru era el oficio de contar historias oralmente. Se le conocía como Los kataribe a los recitadores de historias que conservaban y transmitían mitos, leyendas y hechos de la comunidad. A pesar de este inicio tardío en los libros, Japón tiene en Genji Monogatari, escrita por Murasaki Shikibu a principios del siglo XI, a la novela larga más antigua del mundo que se conserva en su integridad.  

En el mundo, el Romanticismo como escuela quedó obsoleto alrededor de 1850 para dar paso al realismo, que derivó a su vez en el naturalismo; en Japón no hizo su aparición hasta la apertura a Occidente del gobierno Meiji, en una era que duró desde 1868 hasta 1912. Época floreciente hacia un mayor realismo en la ficción. 

A fines de este período Ryunosuke Akutagawa tiene su época esplendente, conservando todo el tradicionalismo milenario japonés, pero con estilo y técnica brillantes del cuento, que le otorgaron el reconocimiento mundial, considerándolo al nivel de Poe, Chejov y Borges.

Su obra:

En su narrativa destacan dos libros: Rashômon y otros cuentos (1915). En este libro plasma las formas de vida del Japón feudal, en una mezcla de la antigua literatura japonesa con las influencias de la narrativa europea de autores como France, Wilde, Symonds y Loti. Con esta obra se le consideró uno de los autores más inquietantes, versátiles y discutidos del siglo XX.

En Vida de un loco. Ryunosuke Akutagawa presenta los experimentos más significativos de la ficción japonesa. Combina técnicas de la novela corta (‘El biombo del infierno’), el diario (‘Los engranajes’) e impresionistas poemas en prosa (‘Vida de un loco’). Este volumen integra, además, en su tardía traducción al español, ‘Carta a un viejo amigo’, que Akutagawa escribió como despedida antes de quitarse la vida.

Akutagawa, para encontrar el referente a sus historias contadas, recurrió al Konjaku Monogatarishū (Antología de cuentos de antaño), colección de más de mil cuentos reunidos a finales del período Heian (794-1185) en un total de 31 volúmenes. De este texto toma las anécdotas, el folclore o las historias moralizantes de corte budista, dándoles un estilo seco sin apenas adjetivos, en el que se transmite de una forma realista la atmósfera decadente de esa época.

Sobre quitarse la vida… Él siempre tuvo una pesadilla en su mente:

Fue nombrado "Ryunosuke" (hijo del dragón) debido a que su nacimiento coincidió con el Año del Dragón. Debido a la enfermedad que su madre padecía: psicosis, ella murió en 1902. Fue adoptado por su tío, Dosho Akutagawa, quien se hizo cargo de su crianza. Sin embargo, su tía política, Fuki, le atormentó durante toda su infancia diciéndole que padecía de la misma enfermedad que su madre. Esto le causó que fuera un niño enfermizo y nervioso que leía incesantemente libros en las bibliotecas públicas, lo que lo convirtió en escritor atormentado, reflejando en su obra la ansiedad que sufría.

Escribió numerosas obras en las cuales los principales méritos son la originalidad y lo emocional. Resalta entre ellas "Los engranajes", breve pero intenso relato autobiográfico en el cual describe sus pesadillas y expresa la idea del suicidio. El 24 de julio de 1927, a los 35 años de edad, Akutagawa puso fin a la «vaga angustia confusa» que lo consumía, ingiriendo una dosis letal de Barbital.

Ryunosuke Akutagawa ha trascendido las fronteras geográficas y del tiempo, situándose como uno de los grandes maestros del relato. Su talento narrativo y su capacidad para desentrañar los aspectos más oscuros y complejos de la naturaleza humana, elevan a su autor a la categoría genio de las letras.

Haruki Murakami opina de él: “Akutagawa Ryunosuke es una presencia iluminadora en la historia de la literatura japonesa”. Según un biógrafo, el doctor Osamu Shimizu, Akutagawa tenía la apariencia de un escalpelo. Alto y esbelto, filoso, esa imagen nos conduce a su estilo. En el remoto “Rashômon” se advierte las huellas del observador impaciente, que se ha llevado todo lo que es posible capturar de una sola mirada.

Para Luis Chitarroni, prologuista de su obra traducida, la define como “un conjunto de relatos heterogéneos que nos depara otra vez una visión tan admirable y completa que sólo la parcialidad y la sutileza parecen recompensar”.

Su vida, oprimida por la angustia, pero impulsada por las ganas de trasponer sus ideas en el papel, hicieron una obra de gran valor, que Jorge Luis Borges define así: «La extravagancia y el horror están en sus páginas, pero no en el estilo, que siempre es límpido».


Publicado el 17 de noviembre del 2024

en el periódico Ecodiario de Zacatecas

Imágenes de Pinterest

sábado, 9 de noviembre de 2024

 

Amparo Dávila: El sinuoso camino hacia lo insólito


 

Es tan claro el silencio, que nuestra sangre se escucha. 

El alumbrado de las calles ha palidecido. 

Ni un alma transita por ninguna parte. 

Los árboles que nos rodean están petrificados. 

Tal vez ya estamos muertos...

tal vez estamos más allá de nuestro cuerpo...

Amparo Dávila / Cuentos reunidos

 

Este 12 de diciembre se celebra el Día Nacional del Libro, y para esta edición 2024 se rinde homenaje a la decana de la narrativa fantástica mexicana, la zacatecana Amparo Dávila, con la difusión de su cuento La señorita Julia y mesas redondas sobre la obra de la escritora nacida en Pinos, Zacatecas. Es buen momento para dar un repaso lector a su obra.

Amparo Dávila (1928 – 2020) comenzó escribiendo poesía con títulos como Salmos bajo la luna (1950), Perfil de soledades (1954) y Meditaciones a la orilla del sueño (1954). En este año, cuando se muda a la ciudad de México y trabaja como secretaria de Alfonso Reyes, cambia a la narrativa, sin evitar dejar pinceladas líricas en su obra. Su primer libro de cuentos, Tiempo destrozado, apareció en 1959, es una serie de doce relatos en los que se advierte la influencia de Kafka, Poe, Bioy Casares y Julio Cortázar. En 1961 aparece Música concreta que reafirma su vocación cuentística. Finalmente, Árboles petrificados (1977) su obra más madura, ganadora del Premio Xavier Villaurrutia. Es hasta 2009 cuando se publica una antología de su obra en Cuentos reunidos, donde se incluye un cuarto volumen de su obra narrativa: Con los ojos abiertos. Finalmente, en 2011 se publica el libro-homenaje Poesía reunida, con el material de sus primeros libros.

Su obra es poca, pero muy intensa. Supo combinar a la perfección personajes, ambientes y situaciones que nos obligan a leer detenidamente, para no perder su visión aguda sobre las dificultades comunes que se trasladan más allá del control de lo mundano. Sus personajes enfrentan el miedo, la soledad, la muerte y la locura, en grados extremos.

Amparo Dávila pertenece a la Generación del Medio Siglo en México. Según Carlos Monsiváis, se trataba de una pléyade de intelectuales que llegó de provincia a establecerse en La Ciudad, donde permeaba una transformación vertiginosa en el campo cultural. Dijo: “Al contrario de quienes los precedieron, sus escritores estuvieron en condiciones de abrirse más fácilmente al clima intelectual universal. Sin hablar de influencias directas, sí habría que señalar una misma atmósfera literaria”. A esta generación pertenecieron el mismo Monsiváis, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Juan García Ponce, Inés Arredondo, Juan José Arreola, entre otros.

Luismario Schneider se adentra a la obra de Amparo Dávila en su introducción al Material de Lectura de la UNAM No. 81, dedicado a la narradora, anteponiendo que lo avieso de sus historias data desde su niñez en Pinos, Zacatecas, con lugares que enriquecen la ambientación: “Ahí no se habita, ahí se inventa la vida por el único camino posible: la imaginación. Tanto se fábula que ya no es posible hallar la frontera entre la verdad y la irrealidad”, menciona sobre la inspiración que le evocaba a Amparo Dávila el lugar de su infancia.

La familia va a vivir a San Luis Potosí; en un colegio de monjas, Amparo descubre con fatalismo la palabra escrita y la lectura perturbadora.

“El mundo de Amparo Dávila nace siempre de lo cotidiano”, dice Schneider, donde las intranquilidades van recorriendo un lento camino hacia lo insólito y salta de pronto hacia un terror desconocido. “Amparo Dávila nos descubre que un instante puede desatar en nosotros los sentimientos y las acciones más insospechadas, más crueles”, argumenta.

En 2015 Amparo Dávila recibió la Medalla Bellas Artes en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. En su discurso, la escritora dijo: “Trato de lograr en mi obra un rigor estético basado no solamente en la perfección formal, técnica, en la palabra justa, sino en la vivencia”.

Y agregó que “hay textos técnicamente bien escritos, pero que nacen muertos: no quedan en la memoria de quien los lee ... Creo en la literatura vivencial, ya que esto es lo que comunica a la obra la clara sensación de lo conocido, de lo ya vivido, y hace que perdure en la memoria y en el sentimiento, y constituye su fuerza interior y su más exacta belleza”.

Al respecto de La señorita Julia, el cuento que se promueve por motivo del Día Nacional del Libro, la historia tiene toda la esencia de la narrativa daviliana. El tema recurrente de la locura trasciende por encima de otra historia oculta que no alcanzamos a adivinar. La señorita Julia es una mujer oficinista que lleva varias noches sin dormir. El motivo de su insomnio parecen ser unos roedores que invaden su casa mientras ella intenta conciliar el sueño. Esto la hará perder la cordura, afectando así sus relaciones personales.

Su vida ejemplar, responsable y eficiente cambia con esto. Se rompe una sana relación que sostenía con el Sr. Carlos Luna, contador de la misma oficina donde ella labora. Los ruidos continúan, así como la infructuosa cacería.

En su oficina, las compañeras dan pie a la difamación y a la infamia, haciéndonos pensar en una historia subyacente:

― ¿Te fijaste en la cara que tiene hoy?

―Sí, desastrosa.

―No sé cómo puede presentarse a trabajar así, hasta un niño sospecharía…

― ¿Entonces tú también crees…?

―Pero si es evidente…!

―Nunca me imaginé que la señorita Julia…

―Lo que a mí me da coraje es que se haga pasar por una santa.

Julia pierde el control de su vida: su trabajo, el amor… y cuando parece que todo se va a solucionar, Amparo Dávila remata con un final inesperado: un día en el que Julia está presa de la desesperación abre el closet y ¡ahí están! Y las atrapa. Horas después llega Mela, una de las hermanas de Julia, que la encuentra sosteniendo con furia su “hermosa estola de martas cebellinas”.

La literatura de Amparo Dávila no llega totalmente a la fantasía, pero nos hace saltar de nuestra propia realidad para entender el mundo insólito que nos cuenta. Leamos +. Saludos.


Artículo publicado en el periódico Ecodiario de Zacatecas, el 10 de noviembre del 2024

Mix de Imagen tomada del libro El Huesped, de Amparo Dávila, ilustración de Santiago Caruso y fotografía de Amparo Dávila de su página de internet

 

sábado, 2 de noviembre de 2024

 

Literatura Térmica

 


Alguien dijo:

que una alianza nos lleve / al asombro que duerme / de cuerpo entero

alguna realidad / más íntima aún que lo real /debe haber.

Oratorio (fragmento) María Negroni

 

Para Eduardo Campech Miranda, hasta la biblioteca infinita.

 

Mi padre hablaba hasta con la boca llena. NO, no es cierto, pero sabía hacer de la palabra el estado natural de la sobremesa. Su voz rompía horizontes. De hecho, con mi viejo tuve ese curso propedéutico –y preescolar– sobre “Como ser un cuentahistorias sin sentir hambre”. Ni qué decir de la comida más deliciosa –la magia de mi santa madre–. Las tres de la tarde siempre ha sido una hora asombrosa. Desde chiquito, uno le agarra cariño a las cosas que el seno familiar nos acerca.

“Puras charras”, dirían en aquellos tiempos, al respecto de las historias que contaba el Sr. Rendón; pero del recuerdo han salido una treintena de cuentos que guardo en dos libros inéditos, y la vocación de seguir contando cosas en las páginas que escribo. De ahí nació mi hambre de ficciones, y empecé a invertir mis domingos en comprar comics para devorar sus letras e imágenes. Tardé un titipuchal de años (y libros) en decidir dedicarme a escribir, lo que ha llegado a ser la zona de confort de mi vida.

El domingo pasado inicié el curso-taller Las Tablas de F.E. (o las Fases del Escritor, en la Sala Hermanos de Santiago, de la Ciudadela del Arte Zacatecas, curso que seguirá domingueando hasta el 24 de noviembre), donde, de entrada, hice hincapié (me aferré, pues) en usar el término “Buena Escritura” para apartar del “vulgo” (o escritura utilitaria) a aquellos textos que son dignos de formar una colección de cuentos en un libro o una novela publicable, a lo que uno de los asistentes preguntó:

― ¿Y qué es la Buena Escritura?.

Hube de torear la pregunta, porque, la verdad, no iba preparado para ella, por lo que sólo respondí:

―Los textos que nos generan una emoción.

La siguiente hora del curso-taller se me fue divagando sobre la meta de un escritor: hacer Buena Literatura, y vinieron a mi mente un par de momentos –aparte del que inicia el artículo– del por qué escribo.

Fue en un comic de Archie en temporada de verano: el sofocante calor salía de los bordes de las viñetas, hasta que el pecoso pelirrojo preguntó a uno de sus maestros cómo podría disipar esa sensación térmica de alto grado. El profesor lo llevó al cine, donde exhibían la película de El Hombre de las Nieves. El frescor bajo cero del celuloide, que brotaba de los personajes al hablar, hizo que Archie olvidara el sopor veraniego y hasta le dieran ganas de ir por un suéter a su casa. Entendí entonces lo que era quedar inmerso en una sensación extraída de la ficción, de las letras.

En la Buena Literatura están todos los sentidos y todas las ideas. El literato alemán Wolfang Kayser planteó cambiar el término “Literatura” por el de “Bellas Letras”, para poder diferenciarla de la narrativa oral y los textos no literarios o Literatura Utilitaria. Eso comienza a responder la pregunta, pero hay más.

Para el novelista español Enrique Vilas-Matas, “La literatura nos permite comprender la vida, nos habla de lo que puede ser, pero también de lo que pudo haber sido. No hay nada más subversivo que la literatura”. Las palabras son la vida, con dicho y lo no dicho en cada texto.

El segundo momento epifánico fue allá por el año 2 mil, cuando se me ocurrió hacer una revista zacatecana donde pudiéramos publicar todos los que intentamos escribir o decir algo fuera del reflector de la “alta comunicación mediática” o como se llame esa cosa producto del chayote. Era un trabajo duro, en todos los aspectos, pero fueron las palabras de un amigo, Legionario de la Palabra con quien compartí momentos de lucha contra el sistema que rechaza el aprendizaje: El buen Campech, más con su ejemplo que con su buena vibra, me dio el aliciente para no renunciar al proyecto editorial que había emprendido y duró 22 años con sus altas y bajas. Su presencia siempre tenía el calor de un abrazo.

 “La literatura es esencialmente soledad”. Dijo Paul Auster: “Se escribe en soledad, se lee en soledad y, pese a todo, el acto de la lectura permite una comunicación profunda entre los seres humanos”. Así eran los diálogos breves con Eduardo Campech, en sus tertulias, homenajes a escritores como Jaime Sabines, etc. Donde, desde su voz, comprendías la importancia de la literatura para el bien común.

El poeta John Rybicki habla del verso como una ruptura del silencio y del final del verso como un regreso al silencio. Campech se esforzaba cada día en romper el silencio y encontrar vida entre los versos y los párrafos, y que el regreso al silencio no detuviera nuestras metas.

La vida nos da momentos cuando necesitamos palabras que no encontramos, y nos hacemos fuertes hurgando en los recuerdos, en la ficción, hasta hallar las que proporcionan el calor necesario para no salir –otra vez- descobijados al mundo. Queda la ausencia, pero no el silencio. Seguimos avanzando sobre lo aprendido, lo que compartimos algún día, sin dejar de dar vuelta a las páginas. Un abrazo, Campech.

 

PD: Este 5 de noviembre inicia el puente “Pepe-Reyes” (es como el Guadalupe-Reyes, pero se inaugura desde mi cumpleaños), así que no les extrañe el contenido nostálgico de la columna dominguera en estas fechas; Buen-Fin, estrenos de cine, aguinaldo, nuevos libros, Revolución… Hay temas, hay temas. Saludos.


Publicado en el periódico Ecodiario ZACATECAS el 3 de noviembre del 2024

 

domingo, 27 de octubre de 2024

 

La Realidad Real abandona la narrativa. Me explico.

 Disclaimer: Cuando la ficción nos arrebate la verdad.

 

Una historia dentro de otra historia nos da tres momentos que confunden la narrativa. El uso de distintos narradores en la serie (y en el libro original), además, nos oculta qué es cierto y qué no debemos creer.

 

Hace un mes hizo ruido en el Festival de Cine de Venecia la serie de Apple TV+ Disclaimer (Desprecio en español, aunque el libro en el que está basada la historia se traduce como Observada y la traducción lírica sería “no responsable”), que cuenta con la participación de 4 ganadores del Oscar en diferentes categorías: Alfonso Cuarón, el director mexicano; Cate Banchett, la actriz principal; Kevin Kline, el actor principal, y el también mexicano Emmanuel Lubezki en parte de la fotografía. ¿Una serie en un festival de cine? Bueno, se justifican los cuatro óscares que le preceden, además que fue exhibida fuera de competencia, como los cortometrajes, con sus 7 capítulos divididos en dos partes, los cuales causaron muy buena impresión por su calidad de buen cine.  

Pero empecemos por el Libro, que recomendamos leer primero: Observada (2015) de Renee Knight, y los tropezones que hay entre este y la serie de TV.

Casi todos guardamos secretos que, si algún día salen a la luz, podrían causar daños irreparables –dice el prefacio-. Una noche Catherine Ravenscroft encuentra un libro titulado El perfecto desconocido, el cual sacude toda su existencia. La lectura de la novela es una ola que la arrastra hacia veinte años atrás en una playa del sur de España (Italia en la serie). El relato desvela un episodio de su vida que ha mantenido oculto. ¿Quién es el autor y cómo ha podido enterarse? Lo peor es que la versión de lo ocurrido ha sido tergiversada por alguien dispuesto a destruirla. Así pues, para preservar el amor de su hijo y de su marido, Catherine deberá confesar lo que realmente pasó en aquellos días de verano.

La obra muestra muchas similitudes que nos hacen dudar qué es real y qué es ficción, y aun después de saberlo nos quedan dudas. La historia de suspense, escrita por la realizadora y guionista inglesa Renée Knight (que trabaja en TV, como la protagonista del libro) nos hace pasar por el filo que separa la verdad de la mentira. Hay un libro dentro del libro que es la novela, pero cuya escritora no es una escritora, publicado por su marido, que tampoco es escritor de peso, con el fin de hacer pasar malos momentos a la mujer de las fotos que sacó el hijo de ellos (de las cuales emerge toda la historia, con detalles obtenidos de manera inverosímil).

La trama está llena de giros y sorpresas que mantiene al lector en vilo hasta el punto final. Pero la experiencia en TV de la autora hace que tropiece en la utilización de varios narradores a cada capítulo, cada uno de ellos con su verdad que puede o no ser cierta.

Observada se divide en 57 capítulos cortos, donde el tiempo y los narradores cambian sin ton ni son. La autora ha creado una atmosfera opresiva, aunque un tanto repetitiva y con cambios no creíbles en las actitudes de los personajes.

De la serie: Desprecio (Disclaimer, 2024). Alfonso Cuarón leyó el libro de Renée Knight, Disclaimer (2015) antes de hacer la película Roma. No es casualidad ver coincidencias en las impresionantes imágenes del mar, entre Roma y los momentos en que el joven Jonathan se ahoga en la serie de TV. Cuarón nunca había dirigido series de TV, pero al escribir el guion, le quedó muy extenso para un filme. El resultado es una serie con sabor a cine.

La serie juega con la forma y la narración, con flashbacks, diferentes perspectivas, líneas de tiempo y narradores que reparten información, pero cuya voz off nos saca de onda, pues no sabemos si es un narrador del libro, de la serie, o un fantasma de hace 20 años o 10 o 5.

“Puede acercarnos a la verdad, pero también pueden ser un arma con un gran poder de manipulación”, dice Cuarón. Tampoco es gratuito que Londres –centro de la historia- sea la capital mundial de los tabloides amarillistas, donde vale más el chisme que la neta.

Y la serie parte de la verdad hacia nadie sabe dónde. La periodista Christiane Amanpour entrega un premio a la documentalista Catherine Ravenscroft (Cate Blanchett). En su discurso nos dice que, si uno se aferra demasiado a sus suposiciones, se puede caer. Podría tomarse como el “descargo de responsabilidad” (disclaimer) de la serie.

Este es el punto fuerte de la serie, y su problema. Cuarón emplea tiempo y esfuerzo para crear una trampa, dejando que su verdadera historia resienta el proceso. Hay momentos en los que nos preguntamos si vemos una buena historia mal contada o una mala historia bien contada y si, al final, encontrar la realidad valía la pena.

Quedan dudas.

Tanto Observada, como Desprecio, la serie, nos obligan a una segunda lectura para cotejar todo aquello que no creímos de un inicio y lo que nos tragamos sin ver que era mentira. Ambos tienen fallos que cada uno debe encontrar. Como ejemplo: el libro Un completo desconocido está escrito por la madre de Jonathan, una historia construida frente a un grupo de fotos porno de donde no se puede extraer toda la verdad. El pasado son fragmentos que ni la misma Catherine Ravenscroft, periodista de TV que persigue la verdad (pero tratándose de lo que el libro descubre trata de ocultarla) es capaz de remendar.

Todos juzgaremos a Catherine, pero hasta el final, que no contaremos, para que lo lean o vean en streaming este 7 de noviembre en Apple TV+, sabremos si la evolución de todos los personajes en 20 años de historias –no todas ciertas- es creíble. Total, no me crean lo que les digo y lean el libro. Saludos.


Publicada en el periódico Ecodiario ZACATECAS el 27 de octubre del 2024

Imágenes cortesía de Apple TV+

sábado, 19 de octubre de 2024

 Amorcito-Corazón y dos luchas más

 





Cuento publicado en la antología Amorcito-Corazón y seis luchas más, del Taller de Escritura Creativa Alberto Huerta


En la Arena Coliseo hierve el ambiente. El lleno total de la plaza obligó a Rodrik a sentar a su hijo de 10 años sobre sus piernas, en el asiento que consiguió gratis en tercera fila de la parte norte, justo en el pasillo por donde bajan los luchadores.

“¡Y las damas primero! A nadie le gusta hacer pactos con el diablo, ni aunque este se llame Blue Demon, pero este viernes de Lucha Libre, en el majestuoso ‛Embudo de la Lagunilla’, los enfrentamientos a tres caídas, sin límite de tiempo, inician con el llamado ‛sexo débil’ mostrando toda su fortaleza en este pancracio, donde también ha llovido sangre de las chicas enmascaradas, porque no se amedrentan ni ante el mismísimo demonio”.

Inicia el comentarista, con todo el retumbar del sonido local y los radios portátiles que reciben señal de la función de Lucha Libre. Lo primero que hace Rodrik es pedir una cerveza en vaso grande al despachador más cercano.

—¿No me va a comprar un refresco, apá? –le pregunta su hijo, mientras él paga y recibe en su mismo asiento.

— Ya estás en edad de probar cerveza, Jano.

— Mamá dice que la cerveza hace daño y engorda.

Responde con toda la razón que explica la voluptuosidad abdominal de su prócer, pero sin ser escuchado. El locutor interrumpe.

“¡Caminos de vientos dóciles llevan al infierno! Hoy iniciamos las batallas de la Arena Coliseo con cuatro damitas, en mano a mano de parejas en el que solo habrá una sobreviviente digna de la gran corona como la mejor luchadora de la región”.

Las luces del local se apagan y todo se concentra en la salida de vestidores por el pasillo norte.

“Abre el desfile de princesas Amorcito Loco, liberándose de una camisa de fuerza, en lugar de la tradicional capa que portan los luchadores. Bella damita de cabellera abundante que muestra toda su gracia en colorido bikini, el cual exhibe su musculatura lograda en el gimnasio que, junto a su locura en el cuadrilátero, hacen de ella la oponente más peligrosa del momento”.

La luchadora avanza triunfal, con paseíllo holgazán y una risa desparpajada que evidencian falsa locura. Al pasar por la tercera fila, el hijo de Rodrik recuerda de cerca la sentencia sobre la gordura como efecto del fermentado de cebada. La loca tiene panza chelera.

“Hace la aparición su compañera de gesta –por el momento– la invencible ¡Corazón Flamígero! que, presumiendo su belleza natural, al igual que Amorcito Loco, no utiliza ninguna máscara, y su blonda cabellera reitera su carácter de invicta; porque, como su nombre lo dice: es adorable, pero no dudará en darte una puñalada por la espalda… ellas son rudas, rudas, rudas”.

La dama, vistiendo top que lleva como escudo un corazón atravesado por un puñal antiguo, más delgada que la loca, pero a vistas más alta y poderosa, alcanza a su acompañante en el ring y juntas dan su paseíllo, saludando a las más de 6 mil almas congregadas en el foso de épicas batallas. Jano, al verla pasar, levantó la vista todo lo que pudo hasta cruzar una mirada con la atleta, que al avanzar le pareció eterna.

—¿Las mujeres se golpean de verdad, apá? –preguntó.

— Esto es circo, maroma y teatro, Jano; las mujeres siempre serán el sexo débil. Pero verlas con poca ropa “levanta el ánimo”, algún día lo entenderás.

“Una maravilla traída de Brasil es la hermosa Lady Farinha, que cubre su rostro con esa máscara verde-amarelo, pero tras la cabeza presume su abundante cabellera con una cola de caballo de intenso y brillante negro”.

El hilo de la pequeña tanga sobre sus caderas hace que la brasileña sea un atractivo superior para la función. La carioca pasea a ritmo de samba por el pasillo hasta colocarse en la contra esquina del ring frente a sus enemigas. Rodrik nunca pierde de vista el trasero de la bella luchadora. Con una cerveza caguama en las venas, sus gritos sobresalen a la muchedumbre.

— ¡Mamacita, te amo! –se escucha en todo el pleno.

Jano es llevado por esas palabras al fragor de hogar. Para él lo más representativo del amor son los cariños de su madre, cuando la escucha silbar cancioncillas desde la cocina. A veces chifla la melodía de una película de Pedro infante con tonada pegajosa, pero su favorita es una que al silbarla hasta parece que la está cantando: “Que se quede el infinito sin estrellas…”. Y él se acerca, recarga la cabeza en su cadera y la abraza de la cintura mientras ella, sin descuidar los deberes, acaricia su cabello a una mano. Es para este niño el momento más placentero de la jornada, pero también la calma que precede a la tormenta.

“Finalmente, la más misteriosa estrella de la Lucha Libre”. Expresa el locutor de la noche. “La Calandria Enmascarada, de quien lo único que se conoce es su máscara color papaya con antifaz negro y la nariz cubierta como si fuera un pico de ave. nadie conoce su identidad, no da entrevistas. Solamente lucha, vence y se va. Y esta noche viene a hacer una de esas rutinas de victoria y desaparición”.

La Calandria Enmascarada sale de los vestidores con paso firme, casi militar, sabedora de lo que enfrenta, pero portando esa estirpe de soberana del ring. El negro de sus ojos se pierde entre el antifaz de su máscara, es imperceptible dónde termina la intensidad de su iris y comienza la profundidad de sus pupilas. La fortaleza de ese negro hace su mirada abismal. Al avanzar se despoja de su capa con forma de alas, dejando que su traje de baño anaranjado, de una pieza, le resalte la figura. Un cinturón negro –que funciona más como fajín de lucha– acentúa el bello contorno. La asistencia clama su paseíllo sin exageraciones, con el respeto que se ha ganado por incontables luchas en ese coso.

Hasta que, al pasar la tercera fila, Rodrik cimbrea su cadera con tremenda nalgada. Ella voltea con furia que erupciona, pero al ver que hay un niño en las piernas del atrevido espectador, sigue su paso hasta subir al ring y reunirse con Farinha.

“Las cuatro luchadoras saludan al público en el preludio de la batalla. ¡Es noche de gladiadoras que no saben rendirse!”.

Grita el vocero, acrecentando el furor de la gente. La mujer de la máscara color papaya no disimula su enojo –muy fuera de lo común para algo tan intrascendente en ese oficio–. Antes de iniciar la gesta, Amorcito Loco gira sus ojos en ademán de chifladura y sin decir “agua va” asesta el primer puñetazo a la Calandria enmascarada, derribándola sobre la lona.

— Así se les pega a las viejas, mijo. Para que nos respeten y se arrodillen del miedo. –Dice Rodrik con arrebato que se pierde entre la animosidad del público.

— ¿Y el amor, apá?

El ruido de la campana y la bulla del lleno en la Arena le impiden oír. Pero Jano recuerda por un instante los momentos cuando su padre escucha silbar a la ama de casa y corre a la cocina a propinarle golpes con la única razón de que le molesta el ruido que forma el aire musical brotando de sus labios. Llanto, sangre, discusiones, sumisión. No son los ejemplos de amor que el niño ha recibido. Al hombre de la casa no solo le mortifica que su mujer chifle mientras cocina, no soporta que ella trabaje las tardes-noches, de martes a sábado, como lavaplatos en restaurante de lujo; le da coraje que ella gane más dinero que él en su trabajo de ayudante de mecánico –las propinas son muy buenas, aduce ella, a veces entre sollozos–. El impacto del puño de Amorcito Loco sobre el pómulo de La Calandria le dolió al jovencito Jano en lo profundo de la remembranza.

“Ni tarda ni perezosa, la Calandria Enmascarada salta como resorte a devolver el puñetazo a su contrincante loca. Hay furia en la mujer que viste color papaya, tanto así que Corazón Flamígero y Lady Farinha permanecen inmóviles en sus esquinas”.

El estilo del ave enmascarada cambia de “técnica” a totalmente encolerizada, repartiendo golpes a Amorcito Loco. La gresca dura poco: una patada voladora entre oreja y parietal hace que la mujer del ataque adelantado caiga desvanecida a la lona.

Calandria Enmascarada se abalanza al piso encima de la chiflada aplanando su espalda. El réferi se tira para el conteo de tres tiempos y da por bueno el primer episodio del enfrentamiento. La mujer-ave ha olvidado silbar el triunfo desde la tercera cuerda en su esquina, como tiene acostumbrado a su público”.

Pero Amorcito Loco no se levanta. Permanece inconsciente. La Arena coliseo guarda silencio momentáneo.

Jano, desde la tercera fila de butacas, regresa a sus recuerdos fulminantes, cuando su padre golpeaba a su mujer hasta el desmayo. Si él intervenía para intentar detenerlo, terminaba de una patada bajo el fregadero. Era común ver a su madre disfrazar los resultados de las golpizas con maquillaje.

Su padre pide otra cerveza y, cansado de tener al niño en sus piernas, le indica que vea las luchas parado en el pasillo.

Los doctores de la esquina ruda suben al ring para intentar que Amorcito Loco recupere la consciencia, pero le informan al réferi que ella no podrá continuar. La Calandria Enmascarada gana las tres caídas en un solo ataque de ira. Pero no está contenta.

“Parece que la mujer-ave desea el triunfo a toda prisa. Apenas se determina la descalificación de la loca desmayada, Calandria Enmascarada sube a la tercera cuerda y salta al mejor estilo del Místico, tomando entre sus piernas el cuello de la grandota Corazón Flamígero y girando a su alrededor para hacerla caer al piso. Pero antes de que se suba encima para ganar la caída, Lady Farinha la empuja fuera del ring señalando que la mujer alta es su contrincante”.

La luchadora del traje papaya ve cómo el niño la mira sorprendido en la cercanía, desde el pasillo. Las cosas pasan rápido, mientras ella parece hacer un ademán de saludo, la ruda espigada, con facciones europeas de mujer del mar del norte, hizo girar en el piso a la brasileña y le ganó la primera caída a golpeteo del réferi sobre la lona.

“¡Corazón Flamígero le ganó las espaldas a la bailadora de samba!” gritonea apasionado el comentarista. “Pero el gusto le dura poco. Calandria Enmascarada sube al cuadrilátero como de rayo y antes de que la mujer de blonda cabellera reaccione, ya ha sido derribada y tiene a la mujer-ave encima. ¡El réferi le da el triunfo de esta caída a la mujer misteriosa!”.

La furia de La Calandria no ha cesado. Ayudada por su compañera de cola de caballo azabache, le propina las dos caídas restantes a Corazón Flamígero en breve. Pero la traición es instantánea.

“Solo quedan dos sobre el ring, pero la amazona toma la delantera impulsándose en las cuerdas para volar y, con sus amplias y deseables caderas, dar un golpe en seco por la espalda a la que fuera su compañera”.

La Calandria se levanta hecha un torbellino y la carioca no ve por dónde le tunden los golpes. La lucha es tan desigual que el réferi interrumpe, dándole esa caída a la mujer-ave, pero también un respiro a Lady Farinha.

Parece que la misteriosa mujer deja salir una furia de años y piensa desquitarla con su ahora oponente, arrinconándola de cara a la esquina lejana del ring.

“¡La mujer-ave pretende despojar a la brasileña caderona de su máscara verde-amarelada! Lady Farinha parece decirle algo a su oponente”.

— No la chingues, ¡me estás matando! –dice– Se supone que todo está arreglado para que yo gane la corona. –Le exige la carioca (que en realidad nació en La Merced) con gesto doloroso.

Calandria piensa un momento, le dice algo a su oponente y la jala de la cola azabache para impulsarla contra las cuerdas del lado norte mientras toma vuelo del lado contrario. La elasticidad de las cuerdas le da fuerza para levantarse por los aires.

“¡La Calandria enmascarada vuela sobre Lady Farinha como si fuera Superman! Pero la amazona alza sus brazos y aprovecha el impulso para mandarla sobre las cuerdas ¡fuera del ring!”

El locutor la ve volar muy por encima de él y se queda mudo. Ella hace un giro y queda con los pies por delante, llegando precisamente sobre Rodrik. Una doble patada entre mandíbula y hombros llegan con todo el peso del vuelo de La Calandria, hasta romper la butaca en la que se embriagaba el mecánico. El caos alza una polvareda. Ella se levanta y ve a Rodrik ruinoso, sangrando por la nariz y bañado en cerveza.

Jano está junto a ella e instintivamente recarga su cabeza en la cadera de la luchadora pasando su brazo por la cintura. Ella acaricia su cabello a una mano sin dejar de ver al borracho tendido.

“¿Está desmayado o está muerto? No lo sabremos hasta que lleguen las asistencias médicas al lugar de los hechos. Parece que el hombre en el piso fue el que le propinó tremenda nalgada a Calandria Enmascarada mientras hacía su aparición en público. ¡Esto parece justicia divina!”.

Dice el comentarista, que no para de hablar emocionado.

La Calandria Enmascarada regresa al ring en majestuosa parsimonia, sabedora de que es dueña de la victoria. Silbará la canción de triunfo –que todos reconocen- mientras toma el cinturón de campeona. Y desaparecerá de la Lucha Libre para siempre.

 

Las verdades de las frases falsas

 


“Con las frases que actualmente se aluden a El Principito,

el libro de Antoine de Saint Exuperi tendría más páginas que La Biblia”.

Tom Heldan

 

“Sé que esa frase no es tuya, pero me gusta”.

Boulevardo Calles

 

Abraham Lincoln no expresó: “Puedes engañar a todas las personas una parte del tiempo y a algunas personas todo el tiempo, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo”. Pero es cierto.

Existen en la historia de la literatura, sobre todo la contemporánea, la del “dar clic”, a frases que se vuelven tendencia, las cuales contienen aforismos, sentencias o epigramas de autoría de algún personaje histórico o gran autor que cambió la literatura de sus tiempos, pero que, al revisar en la susodicha obra, resulta falso que este personaje lo haya expresado y sólo se le dio la autoría para lograr más “Likes” o más certeza al discurso, que ya por eso tiene una falsedad de inicio.

Pero, analizando las frases, estas tienen su carga de verdad en cuanto al tono filosófico o cultural, y, de hecho, no importa si el autor es Shakespeare o un completo desconocido, sino la carga de intensidad que trae a nuestros corazones tal pensamiento.

Hay sentencias que se alude han cambiado la historia, pero que, luego del trabajo de lingüistas, traductores e investigadores literarios, se aclara que los autores en cuestión “no dijeron exactamente eso”. ¿La máxima perdió validez?

Repasemos algunas de estas “frases falsas”:

No hay registros históricos de que el ex presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln haya expresado la frase arriba mencionada. Pero es verdad que la mentira cae, a veces más tarde que temprano (ah, buena frase, se la voy a atribuir a El Principito).

Las primeras referencias a la frase se ubican en un discurso de 1858, sin embargo, la Asociación Abraham Lincoln señala que la única fuente es un resumen incompleto del discurso que no certifica la cita textual. Testigos de la época sostienen que el espíritu de la frase existió, pero no hay pruebas de que esta haya sido pronunciada por Lincoln.

En el sitio de internet chequeado.com/el-explicador/, Ignacio Corral hace referencia en sus artículos a un sinnúmero de frases que están fuera de la verdad, del autor o del contexto histórico que se le atribuyó para hacerlas virales. Lo cual no las aleja de que nos estimulen a pensar. Hay notables ejemplos de estas frases falsas:

John Lennon no dijo: “La felicidad está dentro de uno, no al lado de alguien”. No hay evidencia de que el exBeatle haya pronunciado esta frase en ningún contexto, incluso, algunos medios adjudican la autoría a Marilyn Monroe.

Otra de Lennon: “Cuando tenía 5 años, mi madre siempre me decía que la felicidad era la clave de la vida. Cuando fui a la escuela, me preguntaron qué quería ser cuando fuera grande. Escribí ‘feliz’. Me dijeron que no entendía la tarea y les dije que no entendían la vida”. Tampoco hay registro de que esta cita sea del líder de Los Beatles; lo hubiera hecho una canción, no hay duda.

Hablando de Marilyn Monroe, ella no dijo: “Las mujeres que se portan bien rara vez hacen historia”. La cita se le ha adjudicado a la güera sexy, pero es de la historiadora de la Universidad de Harvard Laurel Urlich, quien la publicó en un artículo en la década del ‘70. Lo que sí dijo Marilyn fue: “Si hubiera observado todas las reglas, nunca habría llegado a ninguna parte”.

Ernesto “Che” Guevara no dijo: “Prefiero morir de pie a vivir de rodillas”. Si Zapata viviera ya habría matado otra vez al Che. El primer registro de tal afirmación anti-agachona fue en un discurso de 1936 de la española Dolores Ibárruri. Otras fuentes sostienen que Ibárruri tomó la frase del revolucionario mexicano Emilio Zapata, que falleció antes del nacimiento del argentino. La frase Viva México, cabr*nes (cuyo autor es Alex Lora, creo) aplica en este momento. La biografía de Jon Lee Anderson sobre el “Che” no hace ninguna referencia a esta cita.

Mafalda no dijo: “¡Paren el mundo, que me quiero bajar!”. Esto lo desmintió el propio Quino, quien agregó que Mafalda nunca lo hubiera dicho “porque ella siempre fue muy emprendedora”. Al respecto, Daniel Divinsky, editor y amigo del autor de Mafalda, expresó que “más de la mitad (de las frases que se encuentran en internet sobre Mafalda) son falsas”.

No hay registros de que Nicolás Maquiavelo haya dicho: “El fin justifica los medios”. Distintas publicaciones le adjudican al escritor italiano (1469-1527) haber expresado esta cita en la obra “El Príncipe”. Pero la frase explícita no está presente en el texto publicado en el año 1513 ni en ninguna de sus otras publicaciones. Se registran ideas parecidas en sus libros, pero nada tan condensado como eso.

Es falso que Shakespeare dijo: “Lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta, por eso ámala, sé feliz y siempre sonríe”. Bueno, existen dudas de que hasta Shakespeare sea Shakespeare, pero eso es otra historia. Abbie Weinberg explicó al sitio PolitiFact: “Francamente, ni siquiera suena como Shakespeare, así que no tengo idea de cómo sucedió esta atribución errónea”. 

Albert Einstein nunca dijo: “Temo por el día en el que la tecnología sobrepase la interacción humana. El mundo solo tendrá una generación de idiotas”, aunque tenía razón. La cita se difunde desde 2012, pero esto es falso. El libro The ultimate quotable Einstein (Albert Einstein: el libro definitivo de citas, en español) contiene más de 1,600 citas del científico y no arroja ninguna coincidencia con la frase viral que le adjudican con presunción de sabios.

Galileo Galilei no dijo ante la Inquisición romana: “Y, sin embargo, se mueve”. (En esos momentos pensaba: “El miedo no anda en burro”, que se atribuye a La India María). El libro Hombres de Física: Galileo Galilei, Su Vida y Sus Obras, del físico estadounidense Raymond Seeger, da cuenta de que “la leyenda de que se levantó murmurando ‘eppur si muove’ suena como una ocurrencia tardía natural que bien pudo haber expresado al recordar más tarde el incidente”. Lo dijo, pues, pero NO en cara de los padrecitos inquisidores.

La mentira cae, a veces más tarde que temprano –les digo–. Hay sitios como el británico Full Fact, newtral, quote investigator, etc. Dedicados a encontrar y exhibir todas estas frases falsas. Hay infinidad de frases, como para amanecernos (o publicar otras tres notas domingueras) debatiendo sobre la autoría y el contenido.

Lauro Zavala, investigador mexicano de teoría literaria, habla de la hipertextualidad en el cuento posmoderno, aduciendo que las nuevas historias vienen nutridas de los clásicos y las viejas historias que abrevaron los actuales autores, lo cual no es un plagio, sino mera influencia. La literatura evoluciona manteniendo su significancia (guau, otra frase de peluche, me la asigno antes que otros la lean), es el lector quien finalmente abreva de toda la literatura gracias a la hipertextualidad. Todo forma parte del aprendizaje, pues, pero hay que anotar bien las fuentes. En conclusión: “Los que hacen referencia a sabios para hacerse ver como sabios… son idiotas”. Alguien tenía que decirlo.

Para terminar, El Principito nunca dijo: “Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó” o: “Quédate con quien te cubra del frío, te cobije ante el miedo y te cuide del mal”, tampoco: “No permitas que tu sonrisa se apague; alguien te busca para juntos brillar” ni: “Me voy a morir esperando a que arregles tu p*to avión”. Pero todo es verdad. Saludos.

 

Publicado en Ecodiario ZACATECAS, el 20 de octubre del 2024.