Columna publicada en el periódico Ecodiario de Zacatecas el 4 de diciembre del 2022.
Los hermanos mayores
El mexicano
le pide a Dios que le cure la diabetes, pero no deja de beberse diariamente una
cocacola de 2 litros.
JR
En
el mundial de México 70 (ya había nacido y qué, la vida era en blanco y negro,
etc.) éramos un grupo de muchachillos pateando nuestro primer balón de cuero
sobre el enlozado de la ciudad, en un callejón que subía (dura pendiente) desde
la Avenida Juárez hasta el fin del mundo. No éramos mucho de técnica, más bien
de perseguir el balón hasta cansarnos; pero Felipe, uno de los vecinos, algunos
años mayor que nosotros, sabía combinar la pelota y hasta hacer dominadas. Fue
el primer crack que conocí en mi vida (el segundo fue Jaime Martínez del Real,
compañero de secundaria. Punto); llegué a seguir Las Aventuras de Borjita en un comic semanal, pero Felipe era
Felipe, a quien debíamos aprender eso del futbol si queríamos ser alguien en la
vida.
―
Chiripe, soy Pelé, pásame la bola…
Decía
Raúl, el vecino más pequeño, de unos cinco años, esperando un pase al que no
sabría cómo dominar para llevarlo hasta la portería contraria, pero todo era un
juego. El futbol de barrio era algo duro, sobre todo si caías sobre el piso de
piedra al pelear la pelota: costra segura. No había condiciones para generar
futuras estrellas, pero divertía.
Nunca
fuimos buenos –salvo Óscar Torres, que llegó a jugar en equipos locales de
profesional– nuestro balón de cuero lo aplastó el camión de la basura y
seguimos entrenando con pelota de hule; pero Felipe, el “hermano mayor” nos dio
buenos consejos para manejar la bola. Lo respetábamos por eso.
Y
que la selección mexicana de futbol es eliminada del mundial de Qatar en la
primera ronda. ¡Qué vergüenza! Eso no pasaba desde hace cuarenta y tantos años.
Todo México ahí, hasta el último minuto esperando que llegara el milagrito: que
Argentina metiera otro gol o que los sauditas se hicieran a un lado para meter
uno nosotros. “Los dioses del estadie no apareciereeen” pensó El Perro y
algunos millones de mexicanos que se fueron a pistear ese día para tragarse la
derrota.
Y
los “hermanos mayores” de la selección ya están en la siguiente ronda, marcados
como favoritos para ser campeones del mundial de Qatar. Si en lugar de denostar
al equipo argentino antes del juego, como lo hizo un boxeador mexicano (que del
boxeo mexicano ni hablamos, está peor), hubiéramos aprendido algo sobre la
manera de entrenar de los gauchos, de la pasión cultural que existe por el
deporte en todo el cono sur, otro gallo futbolero nos hubiera cantado.
Alemania
también fue eliminado, Italia ni siquiera calificó al mundial. Excusas hay
muchas, acciones deportivas y de educación muy pocas. ¿Qué diría Felipe si nos
viera llorando así la derrota de un equipo sobrevaluado por las cadenas
televisivas y los anunciantes de refrescos de cola?: “hay que salir a entrenar
hasta que oscurezca, para la otra nos va a ir mejor”. Debemos aprender de los
hermanos mayores.
Perspectiva:
Antes de iniciar el mundial 2022, Andrés Guardado declaraba que su expectativa
era ver a México campeón de este torneo. Realidad: el mismo jugador, al final
del juego México – Argentina, llevó a su niño, Max, a los camerinos del equipo
albiceleste para que su hijo conociera al Gran Lionel Messi, que lo atendió con
gusto, como todo hermano mayor.
Saber
que hay otros mejores que nosotros no nos hace menos, nos ayuda a conocer qué
necesitamos para mejorar y enfrentarlos en futuras ocasiones a un nivel más
parejo. Respeto, experiencia y trabajo, por si me preguntaban lo que necesita
tener la selección nacional de futbol en este momento. Max Guardado guardará en
el corazón el recuerdo de haber conocido al jugador de futbol más importante de
la época, lo cual le servirá como ejemplo para, con el apoyo de su padre,
llevar buenos entrenamientos y aprendizajes para ser un gran jugador de futbol
en el futuro.
¿Y
qué tiene que ver el fut con los libros? Hay una extensa bibliografía con
memorias y técnicas que han utilizado los mejores jugadores y entrenadores de
futbol, a la que muy pocos mexicanos cercanos al fut tienen –siquiera- el deseo
de conocer. En leer está aprender. Juan Villoro, autor de una cincuentena de
libros, entre ellos Dios es redondo,
Balón dividido y Los once de la tribu,
que nos dan un amplio panorama del deporte-balón a nivel mundial, así como la
situación de nuestro país en el ámbito futbolero. De ahí hay muchas frases para
aprender, pero me quedo con una donde cita a Javier Marías: “El futbol es la
recuperación de la infancia” aquellos momentos cuando lo importante era jugar.
La
neta, soy de los que deseaban que la selección mexicana de futbol fuera
eliminada del mundial; no por malinchista, el mexicano necesita aprender de las
derrotas que la victoria no está en esperar el “milagrito” sino en chingarle
día a día, LEER (entre otras cosas que nos prodigan aprendizaje), enterarse de
lo que necesita para progresar y triunfar.
E
ir en busca de ello, en lugar de lamentarse y esperar otros cuatro años para
volver a lamentarse.
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