Manual para no usar la IA en la creación literaria
“Si la inspiración es el momento previo a la
creación,
el detalle constructivo es lo que la hace posible…”
Arq. Mies van der Rohe
“La literatura no
es otra cosa que un sueño dirigido”.
Jorge Luis Borges
Una
serie de acontecimientos y noticias ponen sobre la mesa de discusión la
utilidad o no de la primera generación de Inteligencias Artificiales (IA) en el
devenir social y su utilidad verdadera en las actividades humanas (si es que
los humanos todavía realizan alguna actividad).
A
partir del 1 de enero de este 2025 los humanitos que nazcan son llamados
Generación Beta, caracterizada por haber nacido en el cobijo y evolución de la
IA. Si la generación Alfa, parida en el entorno digital, vive alejándose de la
realidad, la Beta ni siquiera creará una realidad alterna, pues la IA le
proporcionará una.
En
un reciente curso sobre cuento que impartí, un autor presentó a revisión un
texto “generado por Inteligencia Artificial”, cosa que no le di importancia y
lo revisé, junto con los demás textos propuestos, concluyendo que el texto
presentado carecía de elementos vitales, reflexiones, que no comunicaba
experiencias; fue cuando el autor me recordó que lo había generado con IA… y yo
dije: “ah”.
La
IA no tiene vida, por tanto, no puede narrarla como un escritor mortal. Pensé. El
poder de la ficción es transformarnos la vida, y aquel relato parecía más un
paseo por coche que una vivencia.
Para
conocer más a fondo los ires y venires actuales de la IA, recomiendo el libro Inteligencia artificial, Guía para seres
pensantes, de Melanie Mitchell, que separa todo lo que prometen las grandes
empresas del internet al usar su IA (que ni sabemos si de veras es IA), de lo
que verdaderamente es y promete ser a corto plazo. Hace un examen del estado
actual de la inteligencia artificial y de cómo está rehaciendo nuestro mundo. “Ninguna
empresa científica reciente ha resultado tan seductora, aterradora y llena de
extravagantes promesas y frustrantes reveses como la IA”, asegura.
Melanie
Mitchell, científica informática, revela, al inicio de su libro, la reciente
oleada de aparentes éxitos, las esperanzas y temores que rodean a la IA, así
como las cuestiones más urgentes: ¿hasta qué punto son realmente inteligentes
los programas de IA? ¿Qué pueden hacer realmente? ¿Qué tanto esperamos que se
asemejen a los humanos y cuándo debemos preocuparnos de que nos superen?
Mitchell describe los programas más avanzados, sus inventores humanos y las
líneas de pensamiento históricas que sustentan los logros recientes,
proporcionando una idea clara de lo que el campo ha logrado y cuánto le queda
por recorrer.
Volviendo
a los textos propios, ¿Nos afecta usar la IA para crear una historia “propia”?
Bueno, pues de entrada NO es una creación propia, sino un texto asistido y –hasta
cierto punto– plagiado.
“Editores
y autores franceses denuncian a Meta por usar sus trabajos para educar a su
Inteligencia Artificial” dice una nota reciente, que nos da cuenta de que el
programa inteligente utiliza bases de datos existentes, que no son de su
propiedad, o bien los datos que ofrecemos al solicitar “el trabajo”, lo cual
hace que cualquier historia generada tiene una raíz en la data universal. Nada
es creado desde cero, o desde el punto eurekasiano del brote de la inspiración
humana.
La
IA escribe libros, pero estos son llamados “sin autor”, y tienen dos grandes
desventajas:
Falta
de originalidad: La IA puede crear textos convincentes, combinaciones de
patrones y datos previos, pero carecen del toque humano o la reflexión que los
escritores aportan a sus obras.
Sin
contexto emocional: Las IA pueden imitar emociones, pero no experimentan el
mundo de la misma manera que un ser humano. Los libros “sin autor” carecen de
una resonancia emocional.
¿Son
mejores los libros escritos bajo nuestro propio esfuerzo?
El
editor argentino Guillermo Schavelzon hace una comparativa sobre los libros sin
autor que vende Amazon (donde no paga regalías a nadie) y los firmados al calce
por alguien que sacó las palabras a tinta y sangre: “su pobreza literaria y
mediocridad impiden su éxito comercial. Amazon no ha logrado, pese a sus
enormes recursos, posicionarlos entre los más vendidos. Son libros cuya generación
se aplica la información algorítmica obtenida de millones de libros
analizados (sin permiso ni remuneración al autor ni a su editorial), que para
reemplazar al escritor han resultado ineficaces”, argumenta. Pero la gente
prefiere comprar obras de quien conoce y ha visto caminar en alguna de las
redes sociales.
“Los
libros ‘sin autor‛ tienen tramas predecibles, personajes estereotipados,
lenguaje simplificado y giros dramáticos demasiado calculados, y no tienen
ninguna innovación, la expresión es de una simplicidad empobrecedora” analiza el
editor.
“El
Gremio de Autores de Estados Unidos certificará libros creados por ‘intelecto
humano’ en lugar de por inteligencia artificial”. asegura el diario
británico The Guardian, sobre
las primeras medidas que toman los creadores para garantizar la originalidad de
los escritos humanos y no engañar al lector. “El portal en línea Human Authored permite a sus miembros
registrar su libro y utilizar un logotipo especialmente diseñado en las
portadas y los materiales promocionales”.
Según
Human Authored “no se trata de
rechazar la tecnología, sino de crear transparencia, reconocer el deseo del
lector de conexión humana y celebrar los elementos exclusivamente humanos de la
narración”. Según The Guardian, la
directora ejecutiva de HA, Mary Rasenberger, menciona: “Los autores pueden
seguir calificando si utilizan la inteligencia artificial como herramienta para
la corrección ortográfica o la investigación, pero la certificación implica que
la expresión literaria en sí, con la voz humana única que cada autor aporta a
su escritura, emanó del intelecto humano”.
Esta
puede ser una acción que nos permita diferenciar entre lo digital y lo esencial.
Para un escritor sucede lo mismo que para un estudiante cuya tarea de fin de
semestre fue hecha por una IA: tal vez pase el curso, pero no obtuvo ningún aprendizaje.
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