sábado, 15 de marzo de 2025

 

Manual para no usar la IA en la creación literaria

 


 “Si la inspiración es el momento previo a la creación, 

el detalle constructivo es lo que la hace posible…”

Arq. Mies van der Rohe

 

 “La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido”.

Jorge Luis Borges

 

Una serie de acontecimientos y noticias ponen sobre la mesa de discusión la utilidad o no de la primera generación de Inteligencias Artificiales (IA) en el devenir social y su utilidad verdadera en las actividades humanas (si es que los humanos todavía realizan alguna actividad).

A partir del 1 de enero de este 2025 los humanitos que nazcan son llamados Generación Beta, caracterizada por haber nacido en el cobijo y evolución de la IA. Si la generación Alfa, parida en el entorno digital, vive alejándose de la realidad, la Beta ni siquiera creará una realidad alterna, pues la IA le proporcionará una.

En un reciente curso sobre cuento que impartí, un autor presentó a revisión un texto “generado por Inteligencia Artificial”, cosa que no le di importancia y lo revisé, junto con los demás textos propuestos, concluyendo que el texto presentado carecía de elementos vitales, reflexiones, que no comunicaba experiencias; fue cuando el autor me recordó que lo había generado con IA… y yo dije: “ah”.

La IA no tiene vida, por tanto, no puede narrarla como un escritor mortal. Pensé. El poder de la ficción es transformarnos la vida, y aquel relato parecía más un paseo por coche que una vivencia.

Para conocer más a fondo los ires y venires actuales de la IA, recomiendo el libro Inteligencia artificial, Guía para seres pensantes, de Melanie Mitchell, que separa todo lo que prometen las grandes empresas del internet al usar su IA (que ni sabemos si de veras es IA), de lo que verdaderamente es y promete ser a corto plazo. Hace un examen del estado actual de la inteligencia artificial y de cómo está rehaciendo nuestro mundo. “Ninguna empresa científica reciente ha resultado tan seductora, aterradora y llena de extravagantes promesas y frustrantes reveses como la IA”, asegura.

Melanie Mitchell, científica informática, revela, al inicio de su libro, la reciente oleada de aparentes éxitos, las esperanzas y temores que rodean a la IA, así como las cuestiones más urgentes: ¿hasta qué punto son realmente inteligentes los programas de IA? ¿Qué pueden hacer realmente? ¿Qué tanto esperamos que se asemejen a los humanos y cuándo debemos preocuparnos de que nos superen? Mitchell describe los programas más avanzados, sus inventores humanos y las líneas de pensamiento históricas que sustentan los logros recientes, proporcionando una idea clara de lo que el campo ha logrado y cuánto le queda por recorrer.

Volviendo a los textos propios, ¿Nos afecta usar la IA para crear una historia “propia”? Bueno, pues de entrada NO es una creación propia, sino un texto asistido y –hasta cierto punto– plagiado.

“Editores y autores franceses denuncian a Meta por usar sus trabajos para educar a su Inteligencia Artificial” dice una nota reciente, que nos da cuenta de que el programa inteligente utiliza bases de datos existentes, que no son de su propiedad, o bien los datos que ofrecemos al solicitar “el trabajo”, lo cual hace que cualquier historia generada tiene una raíz en la data universal. Nada es creado desde cero, o desde el punto eurekasiano del brote de la inspiración humana.

La IA escribe libros, pero estos son llamados “sin autor”, y tienen dos grandes desventajas:

Falta de originalidad: La IA puede crear textos convincentes, combinaciones de patrones y datos previos, pero carecen del toque humano o la reflexión que los escritores aportan a sus obras.

Sin contexto emocional: Las IA pueden imitar emociones, pero no experimentan el mundo de la misma manera que un ser humano. Los libros “sin autor” carecen de una resonancia emocional.

¿Son mejores los libros escritos bajo nuestro propio esfuerzo?

El editor argentino Guillermo Schavelzon hace una comparativa sobre los libros sin autor que vende Amazon (donde no paga regalías a nadie) y los firmados al calce por alguien que sacó las palabras a tinta y sangre: “su pobreza literaria y mediocridad impiden su éxito comercial. Amazon no ha logrado, pese a sus enormes recursos, posicionarlos entre los más vendidos. Son libros cuya generación se aplica la información algorítmica obtenida de millones de libros analizados (sin permiso ni remuneración al autor ni a su editorial), que para reemplazar al escritor han resultado ineficaces”, argumenta. Pero la gente prefiere comprar obras de quien conoce y ha visto caminar en alguna de las redes sociales.

“Los libros ‘sin autor‛ tienen tramas predecibles, personajes estereotipados, lenguaje simplificado y giros dramáticos demasiado calculados, y no tienen ninguna innovación, la expresión es de una simplicidad empobrecedora” analiza el editor.

“El Gremio de Autores de Estados Unidos certificará libros creados por ‘intelecto humano’ en lugar de por inteligencia artificial”. asegura el diario británico The Guardian, sobre las primeras medidas que toman los creadores para garantizar la originalidad de los escritos humanos y no engañar al lector. “El portal en línea Human Authored permite a sus miembros registrar su libro y utilizar un logotipo especialmente diseñado en las portadas y los materiales promocionales”.

Según Human Authored “no se trata de rechazar la tecnología, sino de crear transparencia, reconocer el deseo del lector de conexión humana y celebrar los elementos exclusivamente humanos de la narración”. Según The Guardian, la directora ejecutiva de HA, Mary Rasenberger, menciona: “Los autores pueden seguir calificando si utilizan la inteligencia artificial como herramienta para la corrección ortográfica o la investigación, pero la certificación implica que la expresión literaria en sí, con la voz humana única que cada autor aporta a su escritura, emanó del intelecto humano”.

Esta puede ser una acción que nos permita diferenciar entre lo digital y lo esencial. Para un escritor sucede lo mismo que para un estudiante cuya tarea de fin de semestre fue hecha por una IA: tal vez pase el curso, pero no obtuvo ningún aprendizaje.

 

 Este artículo fue publicado en el periódico Ecodiario de Zacatecas

el 16 de marzo del 2025

 

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