LibrosVSPeli: La Ciencia Ficción de
Simon Stalenhag
“Entre el pensamiento y la palabra hablada existe una fisura
en la que puede penetrar la intención, el símbolo puede ser abstraído y la
mentira admitida en la existencia”
Ursula K Le Guin
(La ciudad de las ilusiones)
Lo
abstracto está formado de palabras dúctiles; la fantasía, de sueños que omiten
la palabra “improbable”; la Ciencia Ficción, la CF es una abstracción que construye
los sueños con artefactos. Mientras exista el futuro habrá Ciencia Ficción, lo
diré yo en alguno de mis futuros libros. Retomando: lo abstracto es la idea, la
fantasía es el mundo en el sueño, y la CF es la vida como sería la vida si
hubiera otra vida… y la Ciencia Ficción de Simon Stalenhag es otra cosa.
Sus
libros –que son historias gráficas, que nos llevan más allá de la descripción lingüística–,
Tales from the Loop o Leyendas desde
el bucle, y Estado Eléctrico, hablan de una ciencia ficción discreta, donde los
artilugios y las teorías son personajes de la misma historia, que al parecer ya
los hemos visto antes.
Una
Suecia distópica llena de robots y dinosaurios, donde la gente se maravilla con
su inquietante fusión de ciencia ficción y suburbios: pueblos rurales donde los
niños pasan tardes apáticos explorando esqueletos de robots oxidados y torres
de refrigeración gigantes acechan el horizonte.
Ninguna
de las obras de Simon Stalenhag está en el futuro sino en el pasado; en
concreto, su infancia en los años 80 en Färingsö, una gran isla situada Suecia.
"Suecia es plana y aburrida", dice. "Pero creo que las partes
aburridas son emocionantes. Siempre me ha disgustado la estética demasiado
dramática. Cuando fui a los EE. UU. por primera vez, mis ojos ni siquiera
podían procesar los paisajes Disneyescos”.
Stalenhag
escribió Tales from the Loop, porque
los fanáticos le enviaban historias que habían ambientado con sus pinturas, las
cuales se alejaban mucho de sus ideas, por lo que tuvo que hacer una versión
que cubriera ambos sectores del arte. Su arte va más allá de la historia que nace
de las mismas imágenes que completan las novelas gráficas de Simon.
Tales from the Loop está ambientado en una historia
alternativa; La construcción de un acelerador de partículas gigante en la
Suecia rural, que los lugareños llaman “The Loop”. Cuando se cerró en 1994,
había formado a una generación de niños, para quienes los robots, las pistolas
de partículas y los dirigibles eran tan cotidianos como los deberes y la hora
del té. Hay poca trama en las historias, a menudo muy cortas, que son tan
fugaces como un recuerdo a medias: dos gemelos intercambian cuerpos
accidentalmente (sus padres nunca se dan cuenta), una ruptura en el espacio y
el tiempo hace que los trilobites se apoderen del gimnasio de la escuela, un
enfrentamiento entre la policía y un niño rebelde que empuña un guante robótico…
y cosas así.
La
serie de TV, producida por Amazon Prime, presentó un par de problemas: buscó
competir con Black Mirror y Stranger Things al ofrecernos una visión
retrofuturista de historias raras. Pero volviendo al término de “CF discreta”
del Loop, formó un producto diferente
que no pudo competir, pues la serie no renovó temporadas, aunque Simon tenga
una segunda parte de Tales from the Loop.
La
otra: los cuadros que ambienta Stalenhag sirvieron como “story board” para la producción y dieron muy poca libertad al
director para presentar su propuesta, por lo que los capítulos se parecen a las
cartas que los fans le enviaban a Simon sobre sus imágenes.
Viene
algo nuevo: Netflix estrena el próximo 14 de marzo la cinta Estado Eléctrico,
basada en otro libro de Simon Stalenhag. La peli es una mezcla de ciencia
ficción, road movie y un relato
intimista que busca emocionar e impresionar visualmente. Con un mundo
al borde del colapso y una estética que combina la melancolía retro con
una visión futurista desoladora, Estado eléctrico es la producción más cara de
Netflix hasta la fecha, con 320 millones de dólares de presupuesto.
En
Estado eléctrico, ambientada en un distópico 1997 en el que los
robots se rebelaron contra los humanos por las vejaciones a las que éstos
les sometían y acabaron perdiendo, conoceremos a Michelle (Millie Bobby
Brown), una adolescente huérfana con poco respeto por la autoridad y nulas
intenciones de abrazar la tecnología que Sentre, la empresa que dio la
victoria a los humanos, ofrece al mundo.
Todo
cambia cuando un autómata aparece ante Michelle diciendo ser su hermano
menor al que daban por muerto, comenzando así un viaje en el que no
tardaremos en conocer a Keats (Chris Pratt), un otrora soldado de la
resistencia humana y ahora contrabandista, que va siempre acompañado por un
robot con consciencia, como todos los que se opusieron a seguir siendo
meros esclavos.
Los
hermanos Russo, apoyándose en el trabajo de Stalenhag, han buscado crear
todo un universo donde los robots viven hacinados en reservas, la
humanidad acepta el establishment y
esa suerte de realidad virtual que se creó en aras de salvarnos de los
autómatas se ha tornado en un peligroso medio de adoctrinamiento y evasión.
La
película tiene muchos brincos entre acción y datos que podrán hacernos perder
el hilo, pero está bien para los fanáticos de la ciencia ficción y la robótica,
que no sentirán que el libro estaba mejor que la peli.
Publicado en el periódico Ecodiario de Zacatecas
el día 9 de marzo del 2025
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