domingo, 12 de febrero de 2023

 

Leer, una locura necesaria: Bibliomaniáticos Anónimos

 


“Cuando quedas atrapado en la destrucción,

debes abrir una puerta a la creación”.

Anais Nin

 

Todos nacemos defectuosos. Ni que fuéramos dioses. Y la vida consiste en repararnos cada día... O acabarnos de joder, hasta morir. Los defectos se nos pagan con virtudes; así, si por ejemplo soy un enclenque paliducho, adquiero la virtud de ser listo y de huesos fuertes. Si uno de los sentidos viene mermado de nacimiento, los demás sentidos se potencian para hacer más vivible este mundo.

El hombre es débil visual de nacimiento. Pero de sus carencias va construyendo mañas. Aprende a leer y por su escasa visión tiene que inclinar la espalda para estar más cerca de los libros. Y le dicen agachón cuando lo ven leyendo un libro. Al hombre no le importa eso, le importan las historias que hay dentro de los libros. El hombre quisiera meterse dentro de ellos y vivir las aventuras a nivel papiro. El hombre –que ni siquiera es hombre, es solo un código genérico para ejemplificar la magnitud de los resultados en el gusto por la lectura– aprende, imagina y crece. La lectura es la locura necesaria para evadir las otras locuras del mundo… las que sí dañan.

Gustave Flaubert tiene un cuento muy interesante sobre un adicto a los libros cuya pasión lo hace caer en muchas aventuras: Bibliómano. Pero ¿De veras hay (habemos, pues) gente capaz de hacer cualquier cosa por un libro?

En la introducción que Camilo Ayala Ochoa realiza al cuento que Flaubert escribiera allá por 1837, hay un largo conteo de eventos insólitos que han tenido que ver con los libros, como inicio, nos recuerda que Don Alonso Quijano se volvió loco por leer tantos y tantos libros de caballeros andantes.

 

Ayala asegura que “Se extravía el juicio cuando la escritura se confunde con la vida y la respiración. Ha habido quien utiliza su sangre para hacer anotaciones al margen” como el mismísimo Marqués de Sade. A propósito de sangre, el prologuista de Flaubert recuerda sobre la existencia de un Corán de 600 páginas caligrafiado con 27 litros de sangre de Saddam Hussein, a quien le extrajeron una poca cada semana por dos años.

La bibliomanía asegura, es un término acuñado en el siglo XVI pero definido con amplitud por Thomas Frognall en su ensayo “La Bibliomanía o Locura del Libro. Que contiene un relato de la historia, los síntomas y la cura de esta enfermedad mortal” de 1809, para quien los bibliómanos son quienes acumulan libros con ímpetu desproporcionado.

Hay más interesantes curiosidades que nos cuenta Ayala en su prólogo, por ejemplo, William Gerhardi escribió un cuento titulado «The Man Who Came Back», publicado en 1931, sobre alguien que regresa de la tumba para seguir leyendo. Existen quienes atesoran libros por el sólo hecho de tenerlos y se precian de ello. Thomas Phillipps (1792-1872) fue un anticuario británico que reunió 40 mil títulos y 60 mil manuscritos a costa de su ruina económica y familiar.

Una cosa es la pasión por tener un libro y otra muy distinta leerlo, me dirán; y tal vez complementen con la pregunta: ¿Qué nació primero, la pasión por leer o por atesorar en sí el libro (el huevo o la gallina)? Solo puedo responderles que por esta razón nunca desaparecerán los libros impresos.

En la actualidad vemos jóvenes jorobados, pero por tratar de meter la cabeza en su “Smart”phone para leer o interpretar todo cuanto encuentra en la red, aun y cuando la mayoría de lo que absorbe no le proporcione un aprendizaje, sino una mera emoción efímera y fácilmente olvidable.

Mi nombre es Pepe Rendón y soy bibliómano… mientras no inventen el I-phone con rascahuele (y ni así), nunca podrán igualar la suprema sensación de viajar por renglones y párrafos que huelen a tinta y papel-tiempo. Aprende uno a sumergirse en las historias que guardan las letras. De la bibliomanía y otros comportamientos referidos a la pasión por o contra los libros seguiremos hablando y/o debatiendo. La importancia de leer como aprendizaje y gusto no tiene discusión. No leeremos en futuras ocasiones.

Pueden descargar el libro Bibliómano de Gustave Flaubert en el grupo de facebok: Taller de Escritura Creativa Alberto Huerta para que disfruten del cuento y el prólogo completo, que es un estudio sobre las enfermedades alrededor de los libros.

 

 

 

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