Necromántico, libro de cuentos de José Nahme.
A
la santidad se llega por la inocencia o por la penitencia.
Amado Nervo
El
camino del arrepentimiento está pavimentado de pesadillas.
Joseangel Rendón
“La umbra es
la parte más oscura y recóndita de una sombra, donde la fuente de luz es
completamente bloqueada por un cuerpo opaco. Un observador situado en la umbra
experimenta un eclipse total”. Wikipedia
Necromántico, de José Nahme,
nos lleva a través de sus historias a gran velocidad por situaciones
extralimitadas, con punitivas vueltas de tuerca –inclusive kafkianas– que sustraen
de nuestro aliento la frase expresada en la página 111 párrafo 4 de este libro,
cito: “¡Ay, no mames!” fin de la cita.
La inverosimilitud,
aderezada de justicia divina, condensa la irrealidad
posible, con el escarmiento anhelado para aquel que emerge de las
parafilias sano y salvo, pero hay un precio que tarde o temprano debe pagar. “Tiene
la verdad muchas veces que disfrazarse de mentira para alcanzar sus fines”, lo
asegura José Saramago en su Ensayo sobre la ceguera. La irrealidad
posible existe en estos cuentos. “Mal rayo me parta” podría yo decir, y aunque
sé que es inverosímil, al instante, por acto-reflejo, miraría arriba, por si
las moscas.
La penumbra y la soledad de un valle de
sombras es el punto donde efervescen las culpas que jamás reconocen los
personajes. El desenlace de cada narración expande nuestro criterio e
imaginación.
Estructuralmente hablando, Necromántico es una colección de
cuentos, bien logrados, que se deslizan a través de tres hilos conductores
trenzados: El sexo, el amor y el deseo. El sexo y el amor son asimétricos, nunca
igualan su peso en la balanza de nuestras vidas, aunque ambos forman parte
importante. Pero el deseo es la complicación de todo. Dice Amado Nervo, poeta y –por muy pocos conocido- narrador de ficción:
“El deseo es un problema elegido”.
En Necromántico y los demás cuentos se logran imágenes vivas, muy
vivas. Juan Villoro expone que en el
diálogo se conoce al personaje y en la narración al autor; Nahme balancea ambos
elementos en sus ficciones, sabiendo desentrañar la trama sin desvelar lo que
subyace bajo la historia principal. No es amor, no es sexo, es un pozo más profundo al que caen las almas
por voluntad propia –aunque lo nieguen–: El deseo.
Bien dijo Carlos Fuentes:
“El pasado está escrito en la memoria y el futuro está presente en el deseo”.
En los tres tiempos tienen lugar las tragedias necrománticas: Deseo de venganza
por lo pasado, deseo de trascender en el futuro, de conocer lo prohibido en el
presente; son los detonadores de historias que nos llevan por dicotomías
bizarras: el arrepentimiento frente al castigo; la mala fortuna frente al
atrevimiento excesivo; la justicia capital frente a un crimen nunca dilucidado.
En Necromántico el placer no es un fin, es un medio que traslada a los
personajes desde el deseo hasta la culpa y nos demuestra finalmente que la
venganza existe, pero es un placebo muy caro que no sirve para gran cosa y se adhiere
por siempre a la memoria.
Se lee a José Nahme con el placer que otorga su talento incisivo,
pero con el temor de que los renglones rodeen nuestro cuello en cada vuelta de hoja.
Este libro es una gran lección, tiene caras a las que cada uno de nosotros le
atribuirá facciones, recuerdos de titulares que rebotarán en nuestra memoria,
páginas que se incendian y nos guardan un mensaje en sus cenizas. “Ningún niño
fue herido durante la catástrofe” menciona en la página 47, para después
epilogarnos una terapia profunda. Las sombras cobran vida, roban vida… “¿Han pensado que nuestras sombras son también
parte de nuestro cuerpo y dicen mucho de nosotros?” con pensamientos de este
tipo, Nahme justifica la acción de sus dolidos personajes, es el escriba
de la imaginación, que utiliza la realidad urbana como rompecabezas de doble
cara; de ahí el impacto de su narrativa.
Nos entrega frases tajantes,
de cuento negro, como “No se encontraron cadáveres”, lo cual acrecienta el
misterio; “La lujuria es atractiva”, para encender el deseo; “Nadie está libre
de tentación” ni de castigo, complementaría yo; y mi favorita: “Un instante es el momento crucial que cambia una historia”,
lo dice y lo demuestra… para las historias de Nahme un instante es el vortex
que se rodea de marejadas insólitas.
José Nahme es, también, un
personaje de ficción que desenmascara realidades oscuras. ¿De qué hablamos
cuando no decimos nada? Los entrelineas saltan a la cara repentinos, con
omisiones conspicuas y finales abiertos que nos dan la solución innegable. El
cuento, cada uno de estos nueve, se vuelve redondo en nuestras mentes.
“Es chocante
que lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costumbres”.
Dice Fiódor Dostoievsky en Crimen y
castigo. La
soledad puede ser una falsa zona de confort, cuando no sabemos lo que hay
detrás de la penumbra que nos rodea –yo me quedo en el vortex, en la umbra.
Leer a José Nahme en esta colección de cuentos, nos hará sentir culpa, aunque no hayamos hecho nada… ¿O sí?
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