Ojalá estuvieras aquí: Tres interpretaciones
(o cuatro)
“Yo vengo de una generación de perdedores,
que, además, no quisieron ganar”.
Alberto Huerta
Uno de
mis propósitos para el año 2024 que ya finalizó, era tatuarme en el lado
izquierdo de mi pecho la frase “Ojalá estuvieras aquí”. Tal vez me detuvo la
fuerza que llevan esas palabras, que permean en la bucólica nostalgia
derrotista del presente no deseado. Aunque, la frase ha tenido tres diferentes
interpretaciones de acuerdo a la aflicción de los autores.
1. Wish you were here, Ojalá
estuvieras aquí, de Pink Floyd (1975). Música con mucha poesía. Seis años después de que Syd Barret
hubiera abandonado la banda Pink Floyd, los demás elementos del grupo dedicaron
el álbum Wish yuo were here al
“Diamante loco”, que fue líder del grupo por un buen de años. La canción
homenaje, que ocupa la mayor parte del disco, es Shine
on your crazy diamond, aunque Ojalá estuvieras aquí también tiene algunas
reminiscencias hacia Syd Barret. Shine On You Crazy Diamond, hace apología
sobre el colapso mental que obligó a Syd a abandonar el grupo. Con versos “Alcanzaste
el secreto demasiado pronto, lloraste por la luna”, da muestra del sentir de
Pink Floyd por la ausencia de su fundador.
Wish
You Were Here, por su parte, reflejaba la sensación de que la amistad entre el
grupo estaba desapareciendo. Los cambios en el grupo no cuajaban
muy bien y surgían preguntas como “¿así que crees que puedes diferenciar
el cielo del infierno? … ¿Consiguieron convencerte de cambiar tus héroes por
fantasmas? … ¿Acaso cambiaste el rol de un extra en la guerra por el papel
principal en una jaula?” concluye con una reflexión a la distancia: “Cómo me
gustaría que estuvieras aquí / Somos solo dos almas perdidas nadando en una
pecera año tras año … ¿Qué descubrimos? Los mismos viejos miedos”. Una tonelada
de ausencia no es capaz de responder las preguntas. Wish yuo were here es, quizá, la mejor canción del grupo, tal vez
por lo que significó y anticipó para Pink Floyd.
2. Ojalá estuvieras
aquí, de Alberto Huerta. Hay
zacatecanos inconformes con que el ganador del Premio Nacional de Cuento San
Luis Potosí 1977, por el libro titulado así, haya utilizado esta frase para su
cuento y su libro ganador, pero en la misma narrativa se respira ambiente
pinfloydiano. Inclusive los dos epígrafes de inicio del libro son canciones de
Pink Floyd.
En
este libro, el escritor zacatecano Alberto Huerta agrega, a la ausencia, la
nostalgia y un dejo de irremediable derrota, que correspondía al cambio de los
tiempos desde la década de los sesenta en el siglo XX, con la ruptura y esas
cosas, a la cercana llegada de los ochenta y su hegemonía.
El
escritor y crítico Víctor Roura comentó “Alberto Huerta sigue escribiendo, pero
como es costumbre suya lo hace desde las sombras de la literatura, lo cual no
significa que él permanezca en la oscuridad narrativa. Perteneciente a la
generación de José Agustín, quien cambiara drásticamente la ruta escritural en
el país a fines de los años sesenta, Alberto Huerta es también uno de esos
autores que contribuyera a la renovación literaria mexicana a partir de aquella
década”.
Los
escritores que padecieron el 68 y la masacre del 10 de junio de 1971, esperaban
un cambio en el país que se fue apagando, y se quedaron en la nostalgia, como
el protagonista de la película El Bulto, que despierta 20 años después del
halconazo y sus camaradas ya son neoliberales. Así la nostalgia.
José
Miguel Oviedo, en su artículo Crítica al sesgo, define la obra de Huerta como
la descripción de un mundo imaginario muy definido y personal: “todos huyen de
algo o están en peligro inminente de ser descubiertos, detenidos, muertos. La
única dimensión en la que existen es la del presente, un presente instantáneo,
de sensaciones relampagueantes y visiones entrecortadas”
De
Ojalá estuvieras aquí dice “Es un ejemplo cabal del arte de concentración que
puede alcanzar Huerta: muerte y sexo ya no son dos instancias, sino una sola
desplegándose en la mente de un acosado como un tiempo flexible que contiene el
pasado (la infalible chica desnudándose) y el presente (la persecución
policial). Como los buenos cuentos, produce un impacto casi físico, una
sensación de drama, redondeado en apenas tres páginas”.
Arturo
Trejo Villafuerte, por su parte, define Ojalá estuvieras aquí, el cuento, como
“un relato concentrado y en él se hace patente el cruce de realidades entre el
tipo que está a punto de hacer el amor y que recuerda la represión, o los tipos
que están siendo baleados por los guaruras, y uno de ellos se imagina un
ventanal y en él una mujer de bello cuerpo, quitándose las prendas íntimas. … La
narración que fluye en tres niveles de conciencia: la de quien escribe, quien está
en París y el propio relato, todos mezclados para formar una unidad de lenguaje
que exige una lectura atenta”, definiendo la narrativa de Huerta, aunque
pinkfloydiana, como fresca y que no pierde vigencia.
En
este caso la frase Ojalá estuvieras aquí narra ese tiempo perdido.
3. Ojalá estuvieras aquí,
de Renée Carlino: el libro y la peli. Una
chica a la deriva encuentra la chispa que nunca supo que necesitaba con un
chico que cambió su vida para siempre. Dice la promoción del libro.
En
Ojalá estuvieras aquí, Renée Carlino nos cuenta la historia de Charlotte, una
chica de veinte años que, año tras año, está atrapada en una vida sin
propósito. Una noche, se encuentra con Adam, un pintor intrigante que parece
estar viviendo su mejor vida. Charlotte queda cautivada por todo lo que él es.
En una sola noche Charlotte se enamora de Adam y ve un futuro juntos. Pero en
la dura luz de la mañana, todo es diferente, y ella se va con el corazón roto.
Ojalá
estuvieras aquí es más un viaje que una reminiscencia. No se trata del
recuerdo, sino de andar el camino. Por eso, tal vez, ha recibido críticas al
respecto de usar la frase de la canción de Pink Floyd, aunque ya hayan pasado
50 años. Habrá que esperar al estreno de la película, el 21 de marzo de este
año, para saber si en verdad desearíamos regresar a algún punto de nuestro
pasado.
¿Del
tatuaje? está en el propósito reciclado para este 2025, aunque la frase es muy
poderosa y merece el respeto que no logra un romance ligero para el streaming, ponerla en el pecho, del lado
del corazón deja dudas, no es un letrero de “Se renta” víscera cardiaca a
mensualidad congelada, la frase más bien viaja en la dicotomía que se envía en
el doble mensaje a “la que se fue” como dijera José Alfredo: Ojalá estuvieras aquí,
porque ya no ocupas un lugar en mi corazón o porque ya no hay un corazón para
rentar. Ojalá lo tuviera, pero esos tiempos ya pasaron. Igual y ese tatuaje se
convertirá en un cuento… o una canción cuando alcance el poder de esa frase. En
fin. Saludos.
Artículo publicado en el periódico Ecodiario de Zacatecas
el 5 de enero del 2025
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