Arte-Locura-y-Amor
Quiero que los críticos me juzguen como autora, no como
mujer.
Charlotte Brontë
Toda buena
película tiene un libro. Si son dos buenas películas pueden tener hasta 4
libros en los cuales se basan. Si la peli se trata de la vida de una mujer,
famosa escultora que rompió los límites en la Francia de finales del siglo XIX,
podemos encontrar hasta una decena de libros que hablen de ella. No se trata de
“Mujer, casos de la vida real”, pero sí. Arte-Locura-y-Amor: el paquete que se
llama vida contiene estas tres cosas, invariablemente. La mujer es Camille
Claudel, el caso de la vida real es su triste historia que la arrastró por
estas tres variantes.
Los libros: Camille
Claudel, escrito por Reine-Marie
Paris, es el libro en el que se basa la película La pasión de Camile Claudel (1988), que, en sus más de dos horas de
duración, se acerca a la vida y tragedia de la escultora parisina, aunque Isabelle
Adjani y Gérard Depardieu parecen no envejecer en los más de treinta años que
dura la trama. Une femme, Camille
Claudel, de Anne Delbée, (sólo en francés) cuya portada del libro nos hace
una oscura sinopsis de Camile: Nombre: Camile escultora; Nacimiento: 8 de
diciembre de 1864; Ojos: Azul oscuro; Amante: Augusto Rodín; Compañero: Debussy;
Treinta años de creación (en realidad fueron 10 junto a Rodín y otros 20
padeciendo desamor, síndromes de acoso y paranoia); treinta años de asilo
(encierro en institución psiquiátrica). Hay otras publicaciones francesas como Camille Claudel, la internada, de Anne
Rivière, en la cual se basa la película Camille
1915, filmada en 2013, con Juliette Binoche como Camille Claudel, ya cincuentona,
que relata los años de reclusión que durarían hasta su muerte; Significant Others, Libro colectivo que
contiene un ensayo sobre Claudel de Anne Higonnet.
Todas
estas obras literarias y cinematográficas atomizan información difusa de la
vida y sufrimiento de la escultora francesa, que unidas las partes nos dan una
versión más cercana a lo que pasó en la existencia de esta artista.
La
vida se trata de no girar tan rápido mientras bailas, porque en cierto momento perderás
el ritmo. Parece ser la consigna que Camille no escuchó al conocer al famoso artista
Auguste Rodín y embarcarse en un estilo escultórico basado en la modernidad que
ya se respiraba con la cercanía del siglo XX. Pero hay más libros que nos dan
huellas de su camino.
Las desheredadas, de Ángeles Caso, reconstruye una
genealogía cultural femenina formada por todas las mujeres que rompieron con lo
que la sociedad pretendía imponerles y se atrevieron a vivir a contracorriente,
a crear y pensar un mundo mejor, aunque solo recibieran a cambio el desprecio
de la crítica. Esta obra aborda los siglos XVIII y XIX, tiempo de pintoras,
de científicas, revolucionarias traicionadas, escritoras como Mary Shelley, las
Brontë y de las impresionistas como Camille Claudel.
Todas
ellas se dedicaron a las artes, al pensamiento, lucharon por la libertad y los
derechos de los más desfavorecidos, pero la burguesía ilustrada y liberal acabó
imponiendo el relato oficial. Y en él no hubo cabida para ellas, prologa esta
antología biográfica.
«Si
quieres, mundo, júzgame, critica, desgañítate». Enfatiza Ángeles Caso citando a
Anne Whitney. “Pero a veces se paga un altísimo precio por la insumisión. El
ejemplo más conocido es el de la escultora Camille Claudel (1864-1943), una
mujer de increíble talento y valentía que terminó su vida totalmente abandonada
por los suyos, encerrada en un manicomio durante treinta años”.
Y
nos otorga más pistas sobre la vida de la escultora: “Claudel pertenecía a una
familia burguesa y acomodada. Su deseo de dedicarse a la escultura nunca fue
bien visto por su madre. Solo su padre la apoyó para que pudiera formarse,
primero en la Academia Colarossi y después en el taller del escultor Alfred
Boucher. Fue allí donde conoció en 1882 al que pronto se le daría el apelativo
de «padre de la escultura moderna», Auguste Rodin. Camille tenía dieciocho
años. Él, cuarenta y dos”.
“Claudel
y Rodin formaron una pareja profesional y sentimental durante una década. Ella creó
piezas extraordinarias basadas a menudo en la cotidianeidad y la intimidad, y a
veces también en el horror que ella sentía en su propia mente”, expresa la
antologista.
“Las
presiones terminaron por arrollarla: el desprecio de su familia a causa de su
relación con Rodin, los abortos —según parece— a los que tuvo que someterse, la
negativa de su amante a casarse con ella para normalizar sus lazos familiares —Rodin
vivía con una antigua modelo, con la que terminó contrayendo matrimonio al
borde de la muerte—, la consiguiente ruptura… Y, a partir de ahí, la carencia
de apoyos suficientes para seguir creando: pocos encargos, pocas ventas,
fracaso, soledad. Camille Claudel fue hundiéndose en un estado de desequilibrio
—agravado por la dependencia del alcohol— que terminó por convertirla en una
especie de «vieja loca» que vivía en condiciones de mendicidad, perseguida por
enemigos imaginarios, Rodin en particular”.
Y
narra la debacle “En 1913, en cuanto murió su padre —su único protector en la
familia—, su madre y su hermano Paul la ingresaron en un manicomio bajo el diagnóstico
de «psicosis paranoide». Así, con un certificado de un médico conocido y una
simple firma, terminaron con aquel problema”.
Camille
Claudel tenía cuarenta y siete años cuando fue llevada al sanatorio. Durante
las siguientes tres décadas, hasta su muerte, escribió una y otra vez a su
familia, describiendo las penurias que pasaba, rogando que la sacasen de allí. «Quisiera
estar en mi casa y cerrar la puerta». «He tardado mucho en escribirte porque ha
hecho tanto frío que no podía tenerme en pie». «Una de mis amigas ha sido
encontrada muerta de frío en su cama».
La
tragedia no terminó con su muerte, de hambre y de frío, durante la Segunda
Guerra Mundial. Nadie asistió a su entierro, la gran escultora fue sepultada cerca
de Aviñón, donde estaba el manicomio. Años después, sus huesos —que ningún
familiar reclamó— fueron trasladados al osario común y luego desaparecieron. No
hubo ninguna tumba que recordase su nombre.
El
desprecio de la sociedad ocasionó que no exista información completa sobre su
vida.
Rosa
Montero, por su parte, en el libro Historias
de mujeres, hace otra antología de féminas que decidieron ser libres y todo
aquello contra lo que tuvieron que luchar, donde asegura que “Hay mujeres
patéticas y desquiciadas que no pueden ser un modelo para nadie, como Camille
Claudel o Isabelle Eberhardt. Y hay otras, en fin, ambiguas y complejas, con
logros admirables y detalles horrendos, como la gran Simone de Beauvoir, … Eso
sí: todas ellas son personas muy poco comunes y tienen unas vidas fascinantes”.
Montero
describe a la escultora como “Camille la secuestrada, Camille la prisionera.
Coja y seductora Camille, escultora de genio, artista maldita y olvidada. Lo
tenía todo para triunfar: talento, inteligencia, coraje, belleza. Pero las
circunstancias la fueron deshaciendo. «Todos esos maravillosos dones que la
naturaleza le había otorgado no han servido más que para traerle la desgracia»,
dijo su hermano, el escritor Paul Claudel”.
Asegura
que “Desde muy niña Camille fue diferente: por su cojera, por su extraordinaria
belleza y por su carácter, radiante, orgulloso, empecinado. Empezó a esculpir y
modelar por su propia cuenta”. Para Rosa Montero, Camille padeció otras dos
maldiciones que fueron su familia y los prejuicios de la época.
Por
último, El vestido azul, obra de Michèle
Desbordes, acentúa que el papel de las mujeres que intentaron desarrollar su
trabajo cerca de hombres de gran proyección ha sido una sombra.
Al
modo de novela, Michèle Desbordes, intenta rescatar a Camille de su fantasmal
condición. Un fantasma delicado, bellísimo, sutil, cuya potencia emocional la
apartó de las convencionales sensibilidades que la rodeaban… nadie consiguió
«verla», nadie supo entenderla; nadie, podemos concluir, estuvo a la altura de
sus circunstancias.
De
su escultura: Para conocer su obra escultórica, el museo Camille Claudel situado
en Nogent-sur-Seine, a 1 hora de París en tren, en la casa donde Camille
Claudel pasó sus años de formación, es un vibrante homenaje a una de las
escultoras con más talento del siglo XIX, que recorre la carrera de la artista
y pone de relieve su genio creativo.
Entre
los 300 tesoros del museo, se encuentran las obras más emblemáticas de Camille
Claudel como la escultura "La Valse", una oda a la pasión y a la
danza, "La Petite Châtelaine" que capta la inocencia y la
vulnerabilidad de una joven, "L'Âge mûr", que evoca el dolor y la
resignación ante el paso del tiempo.
Conclusión:
En la vida, el arte y el amor nos pueden llevar a la locura (así le llaman los “buenos”
a lo que no comprenden).
Este articulo fue publicado en el periódico Ecodiario de Zacatecas
el 26 de enero del 2025