lunes, 18 de noviembre de 2024

 Del Monogataru a Ryunosuke Akutagawa

 

La Literatura japonesa ha tenido un destino diferente a la occidental.

 

Respecto a Ryunosuke Akutagawa, no es aventurado afirmar que los temas y el sentimiento son orientales, pero que ciertos procederes de su retórica son europeos.

Jorge Luis Borges.

 

Lo recordamos como el autor de los 2 cuentos que llevó el director japonés Akira Kurosawa al cine en la película “Rashômon” de 1950, ganadora de La Palma de Oro y que abrió un lugar, en el séptimo arte, a un país que renacía. Pero su influencia en la Literatura japonesa y mundial va mucho más allá. Ryunosuke Akutagawa devuelve a la Literatura nipona la vocación contadora de historias o Monogataru, y con ella, el orgullo de una raza milenaria que tiene mucho que contar. Pero la vida de este escritor fue difícil.

Por siglos, el japonés fue una lengua oral que carecía de escritura. Fue hasta la introducción de los ideogramas chinos, en el siglo VI, cuando comienza su Literatura en sí. Los primeros registros de la literatura japonesa son de transmisión oral, y se remontan a narraciones, canciones y danzas populares. El monogataru era el oficio de contar historias oralmente. Se le conocía como Los kataribe a los recitadores de historias que conservaban y transmitían mitos, leyendas y hechos de la comunidad. A pesar de este inicio tardío en los libros, Japón tiene en Genji Monogatari, escrita por Murasaki Shikibu a principios del siglo XI, a la novela larga más antigua del mundo que se conserva en su integridad.  

En el mundo, el Romanticismo como escuela quedó obsoleto alrededor de 1850 para dar paso al realismo, que derivó a su vez en el naturalismo; en Japón no hizo su aparición hasta la apertura a Occidente del gobierno Meiji, en una era que duró desde 1868 hasta 1912. Época floreciente hacia un mayor realismo en la ficción. 

A fines de este período Ryunosuke Akutagawa tiene su época esplendente, conservando todo el tradicionalismo milenario japonés, pero con estilo y técnica brillantes del cuento, que le otorgaron el reconocimiento mundial, considerándolo al nivel de Poe, Chejov y Borges.

Su obra:

En su narrativa destacan dos libros: Rashômon y otros cuentos (1915). En este libro plasma las formas de vida del Japón feudal, en una mezcla de la antigua literatura japonesa con las influencias de la narrativa europea de autores como France, Wilde, Symonds y Loti. Con esta obra se le consideró uno de los autores más inquietantes, versátiles y discutidos del siglo XX.

En Vida de un loco. Ryunosuke Akutagawa presenta los experimentos más significativos de la ficción japonesa. Combina técnicas de la novela corta (‘El biombo del infierno’), el diario (‘Los engranajes’) e impresionistas poemas en prosa (‘Vida de un loco’). Este volumen integra, además, en su tardía traducción al español, ‘Carta a un viejo amigo’, que Akutagawa escribió como despedida antes de quitarse la vida.

Akutagawa, para encontrar el referente a sus historias contadas, recurrió al Konjaku Monogatarishū (Antología de cuentos de antaño), colección de más de mil cuentos reunidos a finales del período Heian (794-1185) en un total de 31 volúmenes. De este texto toma las anécdotas, el folclore o las historias moralizantes de corte budista, dándoles un estilo seco sin apenas adjetivos, en el que se transmite de una forma realista la atmósfera decadente de esa época.

Sobre quitarse la vida… Él siempre tuvo una pesadilla en su mente:

Fue nombrado "Ryunosuke" (hijo del dragón) debido a que su nacimiento coincidió con el Año del Dragón. Debido a la enfermedad que su madre padecía: psicosis, ella murió en 1902. Fue adoptado por su tío, Dosho Akutagawa, quien se hizo cargo de su crianza. Sin embargo, su tía política, Fuki, le atormentó durante toda su infancia diciéndole que padecía de la misma enfermedad que su madre. Esto le causó que fuera un niño enfermizo y nervioso que leía incesantemente libros en las bibliotecas públicas, lo que lo convirtió en escritor atormentado, reflejando en su obra la ansiedad que sufría.

Escribió numerosas obras en las cuales los principales méritos son la originalidad y lo emocional. Resalta entre ellas "Los engranajes", breve pero intenso relato autobiográfico en el cual describe sus pesadillas y expresa la idea del suicidio. El 24 de julio de 1927, a los 35 años de edad, Akutagawa puso fin a la «vaga angustia confusa» que lo consumía, ingiriendo una dosis letal de Barbital.

Ryunosuke Akutagawa ha trascendido las fronteras geográficas y del tiempo, situándose como uno de los grandes maestros del relato. Su talento narrativo y su capacidad para desentrañar los aspectos más oscuros y complejos de la naturaleza humana, elevan a su autor a la categoría genio de las letras.

Haruki Murakami opina de él: “Akutagawa Ryunosuke es una presencia iluminadora en la historia de la literatura japonesa”. Según un biógrafo, el doctor Osamu Shimizu, Akutagawa tenía la apariencia de un escalpelo. Alto y esbelto, filoso, esa imagen nos conduce a su estilo. En el remoto “Rashômon” se advierte las huellas del observador impaciente, que se ha llevado todo lo que es posible capturar de una sola mirada.

Para Luis Chitarroni, prologuista de su obra traducida, la define como “un conjunto de relatos heterogéneos que nos depara otra vez una visión tan admirable y completa que sólo la parcialidad y la sutileza parecen recompensar”.

Su vida, oprimida por la angustia, pero impulsada por las ganas de trasponer sus ideas en el papel, hicieron una obra de gran valor, que Jorge Luis Borges define así: «La extravagancia y el horror están en sus páginas, pero no en el estilo, que siempre es límpido».


Publicado el 17 de noviembre del 2024

en el periódico Ecodiario de Zacatecas

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