Los cuervos dejaron la noche
y la quietud de San Macario con el atronador ladrido de los perros lejanos.
Saltaron de los cables de luz y abandonaron para siempre el lugar. Todas las
palabras de todos los idiomas escaparon de la garganta de Basilia en un grito
que hizo a los sanmacarienses saltar de sus camas, a observar la nube de
pájaros, a escuchar el aviso de maldad que hacían los perros lejanos.
Mientras en la comisaría, los
3 policías Intentaban saciar su hombría; el más alevoso bajaba sus pantalones
en tanto los otros dos sujetaban a la mujer/difusa. A su grito siguió una
carcajada del abusivo y un par de cachetadas a la joven desnuda que se resistía
a su suerte, que en su repentina reacción había decidido no ocultarse en el
silencio nunca más. Basilla/fuerte pataleaba, Basilia/fiera rasguñaba,
Basllia/valiente gritaba más allá de su fuerza pulmonar. Se cimbró con su
coraje el escritorio donde la sujetaban y el piso y el salón-ejidal/mazmorra y
los álamos del jardín y todo San Macario despertaba, se despabilaba de un
silencio de siglos.
Una estruendosa bala-épica
voló cruzando la excitada atmósfera interior del calabozo y lanzó una imperante
amenaza a través del techo de lámina. Ricardo Félix, el comisario, apuntaba
desde la puerta de entrada a los tres fornicadores.
-¡suéltenla pendejos!... si
le hacen daño los mato...
La niña-miedo recuperó los
jirones de su vestido y el aliento y su silencio. Buscó refugio en una silla rinconera
y se aisló. El comisario ejidal, encendido en coraje, desarmó a sus ex
ayudantes y a patadas los obligó a entrar en la celda. Ofreció a la mujer su
gabardina para tapar la desnudez que asomaba de su vestido roto.
-Basilia, ¿Ya te dijeron
estos idiotas lo que pasó?.. Lamento mucho lo de tu madre, pero debo decirte
que de la investigación solicitada se desprenden hechos Interesantes. Fueron
encontrados restos de sangre tuya en la colcha y en las uñas de Don Roque; Hubo
indicios de que te tomó a la fuerza... respecto al cuchillo con el que fue asesinado...
ambos sabemos de quien es, tenemos huellas digitales. Estás libre de toda
culpa. ¿Dónde está Edgardo?
Basilla escuchó sin escuchar.
Tenía la mirada en ningún lado, la sangre en ningún lado. Una lucha interna de
palabras se daba en su mente, desde los primeros balbuceos pronunciados hasta
los últimos mensajes escritos se revolvían, se ordenaban, buscaban el sitio
adecuado en la memoria, fuera de todo odio, de toda imagen que en otra ocasión
le causara desconsuelo. El esfuerzo provocó una pequeña lágrima de color del
perdón.
-Podemos hacer dos cosas- dijo
el comisario -boletinar la filiación del muchacho en los estados vecinos... o
podemos alegar defensa propia en base a las pruebas encontradas. De cualquier
modo estás libre.-
Ay Edgardo, si supieras lo
que perdiste por guardar silencio... la casa grande y el jardín principal se
invadieron de flores y de aves de color muy distinto al de los cuervos. Basilia
pasea todo el día su belleza irrompible, siempre al cuidado de jardín y de
quien lo necesita. Administra muy bien las tierras que heredó. Cuánto color y
cuánta vida ha regalado al pueblo. Si vieras. Todos los domingos, cuando la
banda de música (que hasta se sabe más canciones) termina la ejecución de sus
melodías, los niños se juntan alrededor de ella para que les relate un cuento.
Habrías de ver que bellas salen las palabras de su boca, cuántas caritas
iluminan. En San Macario todos los niños son felices, sobre todo el pequeño Basilio...
¿Sabes?... se parece mucho a ti.
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